I Corintios 11 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 34 versitos |
1 Sigan mi ejemplo como yo sigo el de Cristo. º
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IV.— PROBLEMAS EN LAS REUNIONES LITÚRGICAS (11:2—14:40)

El velo de las mujeres

Los felicito, porque no hay cosa en la que no me tengan presente y porque conservan las tradiciones tal como se las transmití.
3 Pero quiero que sepan que Cristo es cabeza de todo varón, como el varón lo es de la mujer y Dios lo es de Cristo. º
4 Todo varón que ora o comunica mensajes divinos * con la cabeza cubierta, deshonra a Cristo, que es su cabeza º.
5 Igualmente, toda mujer que ora o comunica mensajes divinos con la cabeza descubierta, deshonra al marido, que es su cabeza; es como si se la hubiera rapado.
6 Si, pues, no quiere llevar velo, que se corte el pelo a rape º. Y si considera vergonzoso para una mujer cortarse el pelo o llevar rapada la cabeza, que use velo.
7 El varón no debe cubrirse la cabeza, por cuanto es imagen y reflejo de la gloria de Dios; pero la mujer refleja la gloria del varón. º
8 Pues no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón; º
9 ni fue creado el varón por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.
10 Por eso, y por respeto a los ángeles *, es conveniente que la mujer lleve sobre su cabeza una señal de autoridad º;
11 aunque entre cristianos tanto el varón como la mujer deben reconocer su mutua dependencia.
12 Porque si bien es cierto que la mujer procede del varón, también lo es que el varón viene al mundo por medio de la mujer; y, en última instancia, todo procede de Dios.
13 Al propio criterio de ustedes apelo: ¿es decoroso que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?
14 ¿No enseña la misma naturaleza que el cabello largo es para el varón una deshonra,
15 mientras que para la mujer es motivo de honra? En efecto, la cabellera le ha sido dada a la mujer para que le sirva de velo.
16 En cualquier caso, si alguno quiere seguir discutiendo sobre esto, sepa que no tenemos tal costumbre, ni la tienen las demás iglesias cristianas º.
17

La celebración de la Cena del Señor

A propósito de estas recomendaciones, tampoco es como para felicitarlos el hecho de que las asambleas que ustedes celebran les ocasionen más perjuicio que provecho.
18 Para empezar, ha llegado a mis oídos que, cuando se reunen en asamblea, los bandos están a la orden del día. Cosa, por cierto, nada increíble, º
19 si se piensa que hasta es conveniente que existan divisiones entre ustedes, para que se manifieste quiénes son entre ustedes los verdaderos creyentes.
20 El caso es que en sus propias asambleas ya no es posible comer la Cena del Señor,
21 pues cada uno empieza comiendo la comida que ha llevado, y así resulta que mientras uno pasa hambre, otro está borracho.
22 ¿Pero es que no tienen sus casas para comer y beber? ¡Ya se ve que aprecian bien poco la asamblea cristiana y que no les importa poner en evidencia a los más pobres! ¿Qué esperan que les diga? ¿Acaso que los felicite? ¡Pues no es precisamente como para felicitarlos! º
23 Por lo que a mí toca, les he transmitido una tradición que yo recibí del Señor º; a saber: que Jesús, el Señor, la noche misma en que iba a ser entregado, tomó pan, º
24 dio gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo que entrego por ustedes; hagan esto en memoria de mí”.
25 Después de cenar, tomó igualmente la copa y dijo: “Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre; cada vez que beban de ella, háganlo en memoria de mí”. º
26 Y, de hecho, siempre que comen de este pan y beben de esta copa, están proclamando la muerte del Señor, en espera de que él venga.
27 Por lo mismo, quien come del pan o bebe de la copa del Señor de manera indigna, se hace culpable de haber profanado el cuerpo y la sangre del Señor. º
28 Examine, pues, cada uno su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa,
29 porque quien come y bebe * sin advertir de qué cuerpo º se trata, come y bebe su propio castigo.
30 Ahí tienen la causa de no pocos de sus achaques y enfermedades, e incluso de bastantes muertes º.
31 ¡Ah, si nos hiciésemos la debida autocrítica! Entonces escaparíamos del castigo.
32 De cualquier modo, si el Señor nos castiga, es para corregirnos y para que no seamos condenados junto con el mundo. º
33 Por tanto, hermanos míos, al reunirse para comer la cena del Señor, espérense unos a otros.
34 Si alguien tiene hambre, que coma en su casa, para que las reuniones no sean objeto de censura. Los demás problemas los solucionaré cuando vaya.

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Introducción a I Corintios

INTRODUCCIÓN


1. Pablo y Corinto


En la ciudad de Corinto le tocó vivir a Pablo una de las más emocionantes y formidables aventuras de su misión apostólica. Llegó allí en el curso de su segundo viaje misionero después de pasar por Filipos, Tesalónica, Berea y Atenas (ver Hch 16:11Hch 18:1). Esto sucedía, aproximadamente, en el transcurso de la primera mitad del año 50 d. C. Con la colaboración de Silas y Timoteo, que se le unieron poco después procedentes de Macedonia, se consagró durante año y medio, más o menos, a una intensa labor evangelizadora que abarcó no solamente la ciudad de Corinto, sino también el cercano puerto de Cencreas (ver Hch 18:18; Rom 16:1) e incluso la provincia entera de Acaya (ver 2Co 1:1).


Corinto — en la actualidad una pequeña población de poco más de 25,000 habitantes — era por entonces una ciudad populosa. Algunos historiadores hablan de 200,000 ciudadanos libres y 400,000 esclavos. La colonia judía era, sin duda, numerosa. Capital de la provincia romana de Acaya y residencia oficial del procónsul romano, Corinto se había convertido en uno de los más importantes centros comerciales del Imperio. Estratégicamente situada en el istmo que lleva su nombre, disponía de dos puertos para el tráfico marítimo: Cencreas para las rutas orientales y Lequeo para las occidentales. Pero precisamente por todas estas razones, en Corinto se daban cita toda clase de cultos y creencias religiosas, y la ciudad era terreno abonado para las conductas y costumbres más licenciosas imaginables. Hasta tal punto había adquirido Corinto una bien cimentada fama de ciudad alegre y libertina, que se había hecho proverbial la expresión “vivir como un corintio” para referirse a alguien de conducta notoriamente inmoral. Era sobremanera famoso y conocido en toda la cuenca mediterránea el templo de Afrodita, la diosa del amor, donde más de un millar de servidoras de la diosa ejercían en su honor la prostitución sagrada.


Teniendo esto en cuenta, no debe causar extrañeza que en el seno de la comunidad cristiana fundada por Pablo en Corinto surgieran muy pronto serios problemas no sólo de tipo doctrinal sino sobre todo de carácter ético. El Apóstol no tuvo más remedio que hacer frente a estos problemas con toda solicitud y presteza.


2. Primera carta


Los problemas mencionados fueron multiplicándose y agravándose una vez que Pablo decidió marchar de Corinto. Ahora se encuentra probablemente en Éfeso y allí le van llegando, por distintos conductos, noticias no siempre halagüeñas de cómo va desenvolviéndose la iglesia de Corinto. Algunos problemas y situaciones requieren una solución urgente. No se descuida Pablo e inicia con los corintios un rico intercambio epistolar del que se han conservado dos cartas. Es casi seguro, sin embargo, que entre ellos se cruzaron algunas más: de otras dos de Pablo a los corintios y de una, al menos, de los corintios a Pablo, se encuentran referencias en las dos que han llegado hasta el presente (ver 1Co 5:9-11; 1Co 7:1; 2Co 2:3-4; 2Co 2:9).


Los familiares o empleados de Cloe — probablemente una acomodada comerciante cristiana de Corinto — (ver 1Co 1:11) y también Estéfanas, Fortunato y Acaico (ver 1Co 16:17-18) han puesto a Pablo al tanto de los graves problemas existentes en la comunidad. Además, los mismos corintios parecen haber escrito una carta a Pablo planteándole una serie de cuestiones concretas sobre la vida práctica cristiana (ver 1Co 7:1). A todo ello responde Pablo con una extensa carta, serena, bien organizada y de un singular valor histórico para conocer la fisonomía de las primeras comunidades cristianas. Es la que se conoce como primera carta a los Corintios (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura 1 Co). Debió redactarla — o dictarla — en Éfeso entre los años 53 y 55 d. C.


Además de las valiosas informaciones sobre la vida y el desenvolvimiento de las primeras iglesias cristianas — particularmente la de Corinto — y sobre la actividad y proyectos apostólicos de Pablo, hay que subrayar el valor literario de esta carta. Es, sin duda, a este respecto, el escrito más logrado del Apóstol. Sorprende la variedad de tonos: desde la más admirable sencillez hasta el lirismo más incomparable, pasando por la ironía, el sarcasmo y las explosiones de ternura o de indignación. El capítulo 1Co 13:1-13 de la carta es una página soberbia de la literatura universal, de belleza y profundidad difícilmente superables.


3. Contenido y claves de lectura


De lo dicho hasta aquí se desprende que las cartas de Pablo a la iglesia cristiana de Corinto, pero de manera especial esta primera que ahora nos ocupa, fueron motivadas por situaciones y problemas concretos a los que el Apóstol tuvo que hacer frente con cierta urgencia, sin tiempo, por tanto, para detenerse en exposiciones sistemáticas. Pero Pablo tiene el privilegio del genio, lo que le permite ennoblecer y sublimar todo cuanto toca. Es admirable observar cómo se eleva por encima de las pequeñas cosas de cada día para encararnos con los grandes principios cristianos.


En 1 Co no hay un tema central dominante. Estamos ante una serie de temas diversos sobre los que Pablo va reflexionando sucesivamente sin apenas relacionarlos entre sí. A lo sumo cabría establecer una cierta relación intencionada entre los temas primero y último: salvación a través de la cruz de Cristo (1Co 1:17-31) y salvación a través de la resurrección de Cristo (1Co 15:1-28).


Después de una breve introducción y la acostumbrada acción de gracias, Pablo aborda en primer lugar el grave problema de las rivalidades existentes entre los cristianos de Corinto. Se han formado varios grupos enfrentados entre sí como si en el cristianismo fuera posible la existencia de varias sabidurías y varios maestros de sabiduría. La verdad es — proclama Pablo — que existe una sola sabiduría, la de Dios, y un solo maestro de sabiduría, Jesucristo (1Co 1:101Co 4:21).


A continuación se hace eco la carta de algunas conductas absolutamente incorrectas existentes en el seno de la iglesia corintia: un caso de flagrante inmoralidad sexual, no difícil de explicar en una ciudad tan libertina como Corinto (1Co 5:1-13), el hecho de que los cristianos traten de resolver sus pleitos ante jueces paganos (1Co 6:1-8), y la permisividad sexual de que hacen alarde algunos miembros de la comunidad (1Co 6:10-20).


En 1Co 7:1-401Co 10:1-33 responde Pablo a dos cuestiones concretas que preocupaban a la iglesia de Corinto y sobre las que probablemente habían preguntado al Apóstol por escrito: a) cuál debe ser la actitud del cristiano ante la disyuntiva celibato o matrimonio; y b) cómo deben comportarse los cristianos ante el consumo de alimentos ofrecidos o sacrificados a los falsos dioses.


Seguidamente, en los cps. 1Co 11:1-34 al 1Co 14:1-40, se ocupa de varios temas relacionados con el buen funcionamiento de las reuniones litúrgicas: utilización del velo por parte de las mujeres (1Co 11:2-16), abusos en la celebración de la cena del Señor (1Co 11:17-34), problemas nacidos de la diversidad y ejercicio de los dones del Espíritu (1Co 12:11Co 14:40). Destaca en esta sección el relato de la cena del Señor con las consecuencias que de ella se derivan (1Co 11:23-34) y el magnífico canto al amor cristiano del cp. 1Co 13:1-13.


La carta alcanza su cima doctrinal en un largo y espléndido capítulo dedicado al tema central de la fe en Jesucristo: Cristo ha resucitado y su resurrección es garantía de la nuestra. Es este un acontecimiento fundamental sin el que nada tiene sentido en la vida del creyente (1Co 15:1-58).


El último capítulo contiene instrucciones sobre la colecta a favor de los hermanos necesitados de Judea, noticias sobre los planes de viaje de Pablo, recomendaciones y consejos, y los acostumbrados saludos finales (1Co 16:1-24).


4. Estructura de la carta


— Introducción (1Co 1:1-9)


I. — DIVISIONES DENTRO DE LA COMUNIDAD (1Co 1:101Co 4:21)


II. — CONDUCTAS INCORRECTAS DE ALGUNOS CORINTIOS (1Co 5:1-131Co 6:1-20)


III. — RESPUESTA A DOS CUESTIONES CONCRETAS (1Co 7:11Co 11:1)


IV. — PROBLEMAS EN LAS REUNIONES LITÚRGICAS (1Co 11:21Co 14:40)


V. — RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO Y DE LOS CREYENTES (1Co 15:1-58)


— Conclusión (1Co 16:1-24)


Fuente:

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Notas

I Corintios 11,11Co 4:16.


I Corintios 11,31Co 3:23; Gén 3:16; Efe 5:23.
I Corintios 11,4— comunica mensajes divinos: Lit. profetiza. Ver nota a 1Co 12:10.

— cabeza: En griego, como en castellano, el mismo vocablo significa cabeza en cuanto “miembro del cuerpo” y cabeza en el sentido de “jefe”. En todo este pasaje, Pablo juega con el doble sentido del vocablo.
I Corintios 11,6— el pelo a rape: Es manifiesta la carga de ironía que contiene esta forma de hablar de Pablo.
I Corintios 11,7Gén 1:27; Gén 5:1; Gén 9:6; Sab 2:23.
I Corintios 11,8Gén 2:18-23; 1Ti 2:13.
I Corintios 11,10— ángeles: No es fácil determinar a quiénes se refiere el Apóstol: unos piensan en seres celestiales en cuanto guardianes del orden en el culto; otros creen que se trata de los que oficiaban en el culto y a quienes podrían distraer las mujeres demasiado coquetas; otros los entienden como simples mensajeros, es decir, visitantes de otras iglesias cristianas; y otros, finalmente, entienden que Pablo alude a determinados poderes cósmicos contra los que la mujer debe protegerse por medio del velo.

— señal de autoridad: El sentido del pasaje no resulta claro; algunos entienden que se trata de la “autoridad” que el marido ejerce sobre la mujer y traducen: como señal de su dependencia. Pero puede también entenderse del papel activo (autoridad) que la mujer desempeña en la asamblea cristiana; y tampoco faltan quienes interpretan esta autoridad en el sentido de un medio que proteja a la mujer frente a los poderes cósmicos aludidos en el vocablo “ángeles” (ver nota precedente).
I Corintios 11,16— las demás iglesias cristianas: Hay también otra posible traducción: si alguno quiere seguir combatiendo esta costumbre, sepa que ni nosotros ni las demás iglesias cristianas conocemos otra.
I Corintios 11,181Co 1:10-12; 1Co 3:3.
I Corintios 11,22Stg 2:5-6.
I Corintios 11,23— que yo recibí del Señor: No es necesario entenderlo en el sentido de que Pablo haya recibido directamente del Señor dicha tradición; el sentido es, sin duda, el de una tradición que se remonta al Señor.
I Corintios 11,23Mat 26:26-28 y par.
I Corintios 11,25Éxo 24:6-8; Jer 31:31; Jer 32:40; Heb 8:8-13.
I Corintios 11,27Heb 10:29.
I Corintios 11,29— come y bebe: Bastantes mss. añaden: de manera indigna. cuerpo: Varios mss. añaden: del Señor.
I Corintios 11,30— bastantes muertes: Lit. bastantes que duermen. Con frecuencia la muerte, tanto en el AT como en el NT, se compara al sueño (ver 1Co 15:18-20; Efe 5:14; 1Ts 4:13-15).
I Corintios 11,32Heb 12:5-6.