I Reyes 8 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 66 versitos |
1

Traslado del Arca al Templo

(2 Cr 5:2-11a.13b-14; 6:1-2)

Entonces Salomón convocó ante sí, en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los cabezas de familia israelitas para trasladar el Arca de la alianza del Señor desde la ciudad de David que es Sión, º
2 y todos los israelitas se reunieron con el rey Salomón en la fiesta del mes de Etanín º, el mes séptimo.
3 Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los sacerdotes cargaron el Arca
4 y la trasladaron junto con la Tienda del encuentro º y todos los objetos sagrados que había en ella y que fueron llevados por los sacerdotes y los levitas.
5 El rey Salomón y toda la asamblea de Israel reunida con él ante el Arca sacrificaron ovejas y toros en cantidades incalculables.
6 Los sacerdotes llevaron el Arca de la alianza del Señor a su lugar, al camarín del Templo o lugar santísimo, bajo las alas de los querubines,
7 pues los querubines tenían sus alas extendidas sobre el lugar que ocupaba el Arca y cubrían por encima el Arca y sus varales. º
8 Los varales eran tan largos que sus extremos se podían ver desde el lugar santo que estaba ante el camarín, aunque no se veían desde el exterior. Y allí siguen hasta el presente.
9 El Arca sólo contenía las dos losas de piedra que Moisés depósito allí en el Horeb, cuando el Señor hizo alianza con los israelitas tras la salida del país de Egipto.
10 Cuando los sacerdotes salieron del lugar santo, la nube llenó el Templo º del Señor,
11 de forma que los sacerdotes no pudieron continuar su servicio, a causa de la nube, pues la gloria del Señor había llenado el Templo.
12 Entonces Salomón exclamó: — El Señor había decidido vivir en la oscuridad º,
13 pero yo te he construido un palacio, una morada en la que habites para siempre. º
14

Bendición de Salomón

(2 Cr 6:3-11)

Luego el rey se dio la vuelta y bendijo a toda la asamblea de Israel que estaba en pie,
15 diciendo: — Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que habló a mi padre David, y con su poder ha realizado lo que prometió:
16 “Desde el día en que saqué a mi pueblo Israel de Egipto nunca elegí una ciudad entre todas las tribus de Israel para construir un Templo donde residiera mi nombre. En cambió elegí a David para que gobernara a mi pueblo Israel”. º
17 Mi padre, David, pensaba construir un Templo en honor del Señor, Dios de Israel;
18 pero el Señor le dijo: “Has pensado construir un Templo en mi honor y lo que piensas está bien.
19 Pero no serás tú quien construya el Templo, sino un hijo tuyo, salido de tus entrañas; él será quien construya el Templo en mi honor”.
20 El Señor ha cumplido la promesa que hizo: yo he sucedido a mi padre, David, en el trono de Israel, como había prometido el Señor y he construido el Templo en honor del Señor, Dios de Israel.
21 Además, he preparado en él un lugar para el Arca de la alianza del Señor, la alianza que hizo con nuestros antepasados cuando los sacó de Egipto º.
22

Oración de Salomón

(2 Cr 6:12-39)

Salomón, de pie ante el altar del Señor y en presencia de toda la asamblea de Israel, levantó las manos al cielo
23 y dijo: — Señor, Dios de Israel: no hay un Dios como tú ni en el cielo ni en la tierra. Tú mantienes la alianza y la fidelidad con tus siervos cuando proceden sinceramente ante ti. º
24 Tú has mantenido cuanto dijiste a tu siervo, mi padre David, y has cumplido hoy con obras lo que prometiste de palabra.
25 Señor, Dios de Israel, mantén también ahora a tu siervo, mi padre David, la promesa que le hiciste º: “No te faltará en mi presencia alguien que se siente en el trono de Israel, siempre que tus descendientes se porten rectamente y procedan ante mí como lo has hecho tú”.
26 Ahora, pues, Dios de Israel, cumple la promesa que hiciste a tu siervo, mi padre David.
27 Pero, ¿puede Dios habitar realmente en la tierra? Si ni los cielos, en toda su inmensidad, pueden contenerte, ¿cómo podría hacerlo este Templo que he construido? º
28 Atiende, pues, Señor, Dios mío, a la súplica y a la plegaria de tu siervo; escucha el grito y la súplica que tu siervo te dirige hoy.
29 Mantén tus ojos abiertos noche y día sobre este Templo, el lugar donde quisiste que residiera tu nombre, y escucha las súplicas que te dirija tu siervo hacia este lugar. º
30 Escucha las plegarias que tu siervo y tu pueblo, Israel, hagan hacia este lugar. Escúchalas desde el cielo, el lugar donde habitas. Escucha y perdona º.
31 Cuando alguien ofenda a su prójimo y le obliguen a hacer juramento, si viene a jurar ante tu altar º en este Templo,
32 escucha tú desde el cielo y haz justicia a tus siervos; condena al culpable dándole su merecido, y absuelve al inocente reconociéndole su inocencia.
33 Cuando tu pueblo Israel caiga derrotado ante sus enemigos por haberte ofendido º, pero se arrepienta, invoque tu nombre y te dirija sus plegarias y súplicas desde este Templo, t
34 escucha tú desde el cielo, perdona el pecado de Israel, tu pueblo, y hazlo volver a la tierra º que diste a sus antepasados.
35 Cuando se cierren los cielos y no llueva por haberte ofendido, si dirigen su plegaria hacia este lugar, invocan tu nombre y se arrepienten tras tu castigo,
36 escucha tú desde el cielo, perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, muéstrales el buen camino a seguir y envía la lluvia sobre la tierra que diste en herencia a tu pueblo.
37 Cuando en el país haya hambre, a causa de la sequía o de plagas de hongos, saltamontes o pulgón; o porque el enemigo asedia las ciudades del país; o por cualquier calamidad o enfermedad;
38 si un individuo o todo tu pueblo de Israel, arrepentido de corazón, te dirige cualquier súplica o plegaria con las manos extendidas hacia este lugar,
39 escucha tú desde el cielo, el lugar donde habitas, perdona y actúa, pagando a cada cual según su conducta, pues conoces su corazón. Porque sólo tú conoces el corazón de todos los humanos.
40 Así te respetarán mientras vivan sobre la tierra que diste a nuestros antepasados.
41 Cuando incluso el extranjero º que no pertenece a tu pueblo Israel, venga de un país lejano, atraído por tu fama
42 (porque oirán hablar de tu gran fama, de tu mano fuerte y de tu brazo poderoso), y llegue a orar en este Templo,
43 escucha tú desde el cielo, el lugar donde habitas, y concédele lo que te pida, para que todos los pueblos de la tierra reconozcan tu fama, te respeten, como lo hace tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado en este Templo que he construido.
44 Cuando tu pueblo salga a luchar contra el enemigo, siguiendo tus órdenes, y ore al Señor vuelto hacia la ciudad que has elegido y al Templo que he construido en tu honor,
45 escucha desde el cielo sus plegarias y súplicas y hazles justicia.
46 Y cuando pequen contra ti, pues nadie está libre de pecado, y tú, enfurecido contra ellos, los entregues al enemigo para que los lleve cautivos º a un país enemigo, lejano o cercano, º
47 si en el país adonde hayan sido deportados recapacitan, se arrepienten y te suplican, reconociendo su pecado, su delito y su culpa,
48 si en el país de los enemigos que los hayan deportado, se convierten a ti de todo corazón y con toda el alma y te suplican vueltos a la tierra que diste a sus antepasados, a la ciudad que has elegido y al Templo que he construido en tu honor,
49 escucha desde el cielo, el lugar donde habitas, sus plegarias y súplicas y hazles justicia.
50 Perdona a tu pueblo sus pecados y todas las rebeldías que han cometido contra ti e inspira compasión en sus deportadores, para que se compadezcan de ellos;
51 pues ellos son tu pueblo y tu heredad, a quienes sacaste de Egipto y de su horno de hierro. º
52 Mantén tus ojos abiertos a las súplicas de tu siervo y de tu pueblo Israel, para escucharlos cuando te invoquen,
53 pues tú, Señor Dios, los apartaste como propiedad entre todos los pueblos de la tierra, tal como dijiste por medio de tu siervo Moisés, cuando sacaste a nuestros antepasados de Egipto.
54

Bendición sobre el pueblo

(2 Cr 7:1)

Una vez que Salomón terminó de dirigir al Señor todas estas plegarias y súplicas, se levantó ante el altar del Señor, donde estaba arrodillado con las manos alzadas hacia el cielo,
55 y puesto en pie bendijo a toda la asamblea de Israel, diciendo en voz alta:
56 — Bendito sea el Señor que ha concedido el descanso a su pueblo Israel, tal como había prometido. No ha fallado ni una sola de todas las promesas que hizo por medio de su siervo Moisés.
57 Que el Señor, nuestro Dios, esté a nuestro lado, como estuvo al lado de nuestros antepasados; que no nos deje ni nos abandone. º
58 Que oriente nuestros corazones hacia él, para que sigamos todos sus caminos y cumplamos todos los mandamientos, preceptos y decretos que dio a nuestros antepasados.
59 Que el Señor, nuestro Dios, tenga presentes noche y día estas súplicas que he dirigido al Señor y que haga justicia a su siervo y a su pueblo Israel, según las necesidades de cada día,
60 para que todos los pueblos de la tierra reconozcan que el Señor es Dios y que no hay otro.
61 Y que el corazón de ustedes pertenezca íntegramente al Señor, nuestro Dios, cumpliendo sus preceptos y guardando sus mandamientos, como en este día. º
62

Conclusión de la fiesta

(2 Cr 7:4-10)

El rey y todo Israel con él ofrecieron sacrificios al Señor.
63 Salomón sacrificó veintidós mil toros y ciento veinte mil corderos º, como sacrificio de comunión en honor del Señor. Así dedicaron el rey y todos los israelitas el Templo del Señor.
64 Aquel día el rey consagró el interior del atrio que hay delante del Templo del Señor, ofreciendo allí los holocaustos, las ofrendas y la grasa de los sacrificios de comunión, pues el altar de bronce que hay delante del Señor era demasiado pequeño para contener los holocaustos, las ofrendas y la grasa de los sacrificios de comunión.
65 En aquella ocasión Salomón y con él todo Israel, una gran asamblea venida desde el paso de Jamat hasta el torrente de Egipto º, celebraron la fiesta religiosa ante el Señor nuestro Dios durante siete días;
66 al octavo día despidió al pueblo. Ellos bendijeron al rey y se marcharon a sus casas º alegres y felices por todos los beneficios que el Señor había concedido a su siervo David y a su pueblo Israel.

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Introducción a I Reyes

INTRODUCCIÓN


1. Nombre, contenido y división


Los que hoy llamamos libros primero y segundo de los Reyes constituían en la Biblia Hebrea un único libro, integrado en la colección de los llamados Profetas Anteriores, tras Josué, Jueces y Samuel; tradicionalmente era atribuido al profeta Jeremías. La división en dos libros, como en el caso de Samuel, es artificial y tardía. Se remonta a la versión griega de los LXX, que reagrupó Samuel y Reyes en cuatro volúmenes titulados los Libros de los Reinos, de forma que 1-2 Re serían los libros 3º y 4º. La versión latina de la Vulgata respetó esta división con el título de Libro de los Reyes, mientras que las versiones modernas vuelven a la denominación original de Samuel y Reyes, aunque todavía mantienen las subdivisiones griega y latina, con lo que tenemos 1-2 Sm y 1-2 Re.


El contenido global de 1-2 Re abarca la historia de los reyes de Israel y de Judá desde la muerte de David (1Re 1:1-531Re 2:1-46) hasta el exilio de Babilonia (2Re 25:1-30); refiere, en concreto, los más importantes acontecimientos sucedidos en estos largos cuatrocientos años que van desde el 970 a. C. (aproximadamente) hasta el 561 a. C. Todo este amplísimo contenido se divide en tres partes claramente delimitadas:


I. — REINADO DE SALOMÓN (1Re 1:1-531Re 11:1-43)


- Salomón, sucesor de David (1Re 1:1-531Re 2:1-46)


- La sabiduría de Salomón (1Re 3:11Re 4:34)


- Las construcciones de Salomón (1Re 5:11Re 9:28)


- Fama y riqueza de Salomón (1Re 10:1-29)


- Ocaso y fin del reinado de Salomón (1Re 11:1-43)


II. — HISTORIA DE ISRAEL Y DE JUDÁ (1Re 12:1-332Re 17:1-41)


- División política y religiosa (1Re 12:1-331Re 13:1-34)


- Los dos reinos hasta Elías (1Re 14:1-311Re 16:1-34)


- Historia de Elías (1Re 17:1-242Re 1:1-18)


- Historia de Eliseo (2Re 2:1-252Re 8:1-29)


- Historia de Jehú (2Re 9:1-372Re 10:1-36)


- Historia de Joás (2Re 11:1-212Re 11:21-20)


- Los dos reinos hasta el fin de Israel (2Re 13:1-252Re 17:1-41)


III. — ÚLTIMOS REYES DE JUDÁ (2Re 18:1-372Re 25:1-30)


- Reinado de Ezequías (2Re 18:1-372Re 20:1-21)


- Reinados de Manasés y Amón (2Re 21:1-26)


- La reforma de Josías (2Re 22:12Re 23:30)


- Últimos reyes de Judá (2Re 23:312Re 25:30)


2. Características literarias


a) 1-2 Reyes y la Historia Deuteronomista


Conforme nos adentramos en la lectura de Reyes llaman nuestra atención una serie de rasgos peculiares, tanto en el aspecto literario (repetición constante de un esquema fijo en la presentación de los distintos reyes, fraseología muy similar a la del libro de Deuteronomio en determinados discursos y reflexiones, etc.), como en el ámbito teológico (afinidad con las ideas fundamentales del Dt, importancia del Templo como único santuario legítimo y descalificación sistemática de otros lugares de culto, papel relevante del Libro de la Ley, etc.). Todos estos datos (y otros no menos significativos) han llevado a formular la hipótesis de que 1-2 Re formaría también parte de la gran obra histórico-teológica que ha recibido el nombre de Historia Deuteronomista. (Ver Introducción a Jos, Jue y 1-2 Sm).


b) Las fuentes de los libros de los Reyes


La aportación deuteronomista a esta obra histórica es más redaccional que creativa. Pues, aunque los redactores deuteronomistas incorporaron materiales de cosecha propia, creados a propósito, es mucho mayor la cantidad de material que recogieron, seleccionaron e incluso transformaron a partir de otras fuentes y obras previamente existentes. El conjunto de todos los materiales y fuentes que conforman los libros de los Reyes puede catalogarse, a grandes rasgos, en los cuatro grupos siguientes:


1. Material redaccional deuteronomista. Generalmente es el más reciente y, por tanto, el más fácilmente identificable. Incluye todo lo que es creación y aportación propia de los redactores deuteronomistas, y generalmente se concreta en tres tipos de textos: los sumarios redaccionales, los discursos o reflexiones y las glosas o retoques deuteronomistas.


a) Los sumarios redaccionales enmarcan los informes de cada uno de los reyes de Israel y de Judá y están compuestos por datos de archivo y clichés deuteronomistas. Se diversifican en tres modelos y constan de los siguientes elementos (ver 1Re 14:21; 1Re 14:29-31; 1Re 15:1; 1Re 8:9-11; 1Re 8:23-24):


— Sumario introductorio: que incluye el nombre del rey y el de su padre; el inicio del reinado, sincronizado con el año del reinado del rey vecino; la edad del rey al inicio del reinado (sólo en Judá) y duración del mismo; y el nombre de la madre (sólo en Judá).


— Juicio religioso deuteronomista: absolutamente negativo para los reyes de Israel (con acusada gravedad en Jeroboán I y Ajab) y más variado para los reyes de Judá (absolutamente positivo para Ezequías y Josías; positivo con reparos para otros seis reyes, y negativo para el resto).


— Sumario conclusivo que incluye: la mención de algún hecho relevante del reinado en cuestión; la cita de las fuentes para ampliación de datos; muerte y lugar de la sepultura; el nombre del sucesor.


b) Los discursos o reflexiones deuteronomistas están puestos en boca de algún protagonista o expresados impersonalmente por el redactor anónimo. Suelen aparecer en momentos culminantes de la historia (1Re 8:1-66; 2Re 17:7-23) y generalmente incluyen valoraciones generales y visiones de conjunto de esta historia, formulados a la luz de los principios básicos del Deuteronomio.


c) Las glosas y retoques deuteronomistas constituyen generalmente breves incisos donde los redactores introducen sus comentarios retrospectivos a acontecimientos que más tarde tendrán un significado determinante para los destinos de Israel y de Judá (1Re 13:2; 2Re 13:3-5; 2Re 14:6). Entre estas glosas destacan las llamadas fórmulas de cumplimiento, muy abundantes en los libros de los Reyes.


2. Fuentes históricas oficiales. Entre el material previo a la redacción deuteronomista, destacan tres fuentes históricas citadas explícitamente en los libros de los Reyes: el libro de la Historia de Salomón (1Re 11:41), el libro de los Anales de los reyes de Israel (1Re 14:19) y el libro de los Anales de los reyes de Judá (1Re 14:29). De ellas extrajeron los datos concretos relativos al reinado de cada uno de los reyes y algunos de los episodios más significativos para su propósito. Los eventuales lectores podrán completar su información sobre cada rey en las citadas fuentes.


3. Otras fuentes históricas. No todo el material previo que utilizaron los redactores procedía de fuentes oficiales. Determinados rasgos de composición, estilo y vocabulario permiten identificar otros conjuntos literarios independientes, entre los que cabe destacar:


— La Historia de la Sucesión: 1Re 1:1-531Re 2:1-46 constituye el desenlace final de la llamada historia de la sucesión al trono de David, actualmente repartida entre 2Sa 9:1-132Sa 20:1-26 y 1Re 1:1-531Re 2:1-46.


— Historia de Salomón: Además de los anales oficiales citados en 1Re 11:41, es posible identificar en la historia de este rey (1Re 3:1-281Re 11:1-43) una serie de relatos que magnifican su sabiduría, sus riquezas y su fama, y que hacen suponer la existencia de una obra (independiente de los anales y de origen sapiencial) escrita poco después de la muerte de Salomón.


— Crónica del Templo, de origen sacerdotal, identificable especialmente en la sección dedicada a la construcción del Templo (1Re 4:21-41Re 7:1-51) y en otras unidades que hablan de reformas y obras de restauración (2Re 11:21-20; 2Re 16:1-20; 2Re 22:1-202Re 23:1-37).


— Algunos relatos menores que, como las historias de Jehú (2Re 9:1-372Re 10:1-36) y de Joás (2Re 11:1-21), la historia de la división (1Re 12:1-331Re 14:1-31), o las guerras arameas de Ajab (1Re 20:1-43; 1Re 22:1-53), ofrecen características únicas y notablemente distintas del contexto general en que están insertas, lo que hace pensar en unidades previas independientes.


4. Fuentes proféticas. Una de las características más singulares de 1-2 Re es la existencia de amplias secciones literarias protagonizadas por distintos profetas. Además de los dos grandes ciclos de Elías (1Re 17:1-242Re 1:1-18) y Eliseo (2Re 2:1-252Re 8:1-29), encontramos otras secciones menores dedicadas a Ajías de Siló (1Re 11:1-43 y 1Re 14:1-31), a dos profetas anónimos de Judá y Betel (1Re 13:1-34), a Miqueas, hijo de Jimlá (1Re 22:1-53) e incluso a Isaías (2Re 18:1-372Re 20:1-21). Esta abundante presencia de material profético, unida a la profusa utilización de las fórmulas de cumplimiento, da a los libros de los Reyes y a toda la Historia Deuteronomista un marcado acento profético.


3. Los libros de los Reyes y la historia


Aunque la finalidad de los libros de los Reyes (como la de toda la Historia Deuteronomista, de la que forman parte) sea eminentemente teológica, la obra se presenta en principio como historia. No en vano los libros de los Reyes son el más importante documento bíblico para la reconstrucción histórica del período que va desde el reinado de Salomón hasta la destrucción de Jerusalén en el año 587 a. C.


a) Israel en el horizonte histórico internacional


Con los libros de los Reyes se produce un hecho nuevo: si en Josué, Jueces y 1-2 Sm sólo interesaba la historia particular de Israel, a partir de ahora la historia de los pueblos vecinos y de los grandes imperios entra a formar parte de la historia de Israel y, a la inversa, Israel es claramente citado en la historia de otros pueblos.


— Los grandes pueblos del Oriente Medio en los libros de los Reyes. Los libros de los Reyes son testigos de las campañas militares de los faraones Sisac (1Re 14:25-26), Tirhacá (2Re 19:9) y Necó II (2Re 23:29; 2Re 23:33-34); de las maniobras intrigantes egipcias contra los pujantes imperios asirio (2Re 17:4) y babilónico (2Re 23:34; 2Re 24:20); y del sometimiento final de Egipto a este último imperio (2Re 24:7). Son también testigos de la importancia del reino arameo de Damasco, que se convierte, bajo Benadad II y Jazael, en el principal enemigo de Israel y Judá, para derivar más tarde en aliado ocasional ante la amenaza del imperio asirio. Finalmente, son testigos directos y excepcionales de los avatares históricos protagonizados por los dos grandes imperios de la época: el imperio asirio y el babilónico con sus decisivas intervenciones en la historia de Israel.


— Israel y Judá en la Historia Universal. Israel y Judá a su vez, hacen acto de presencia en los anales, documentos y monumentos conmemorativos de los pueblos de la época. Así, la estela de Mesá, rey de Moab, alude al sometimiento de este pequeño reino vecino a Israel y a su posterior independencia. Los documentos egipcios confirman las expediciones de Sisac, Tirhacá y Necó. Los documentos asirios reseñan el prestigio de la casa de Omrí y la participación de Ajab de Israel en la batalla de Qarqar; los tributos de Jehú, Joás y Menajén (los dos primeros no constan en Reyes); la sustitución de Pecaj por Oseas en Israel, la destrucción de Samaría, la invasión de Senaquerib y los tributos que Asaradón y Asurbanipal impusieron a Manasés. Finalmente, los documentos babilónicos mencionan el primer ataque de Nabucodonosor a Jerusalén y la prisión de Jeconías en el palacio real de Babilonia.


b) La cronología de Reyes


Tres son los tipos de datos cronológicos que se manejan en los libros de los Reyes: cronología absoluta que computa la duración total de cada reinado; cronología relativa, que relaciona el año de entronización de cada rey con el año del reinado del rey vecino (1Re 15:1-2) y alusión a determinados acontecimientos de la historia universal bien fechados en otros anales (1Re 14:25; 2Re 15:19 ss; 2Re 16:5 ss; 2Re 17:6; 2Re 18:9 ss; 2Re 23:29 ss). También contamos con datos procedentes de la cronología extrabíblica (especialmente la asirio-babilónica) que nos permiten fijar una serie de fechas contrastadas como la batalla de Qarqar (835 a. C.) los tributos de Jehú a Salmanasar III (841 a. C.) y de Menajén a Teglatfalasar III (738 a. C.), la caída de Samaría (722 a. C.), la invasión de Senaquerib (701 a. C.), la batalla de Carquemis (605 a. C.) o la primera conquista de Jerusalén por parte del ejército babilónico (597 a. C.). Por lo demás, deben tenerse en cuenta ciertas peculiaridades de la cronología israelita, como la diferencia entre los sistemas de antedatación (contar el año de entronización de un rey como el primero de su reinado) y postdatación (contar ese primer año a partir del año nuevo siguiente), con la posibilidad de que en Israel y Judá no se haya seguido idéntico sistema; o el distinto comienzo del año, en primavera (calendario babilónico, usado también en Israel) u otoño (calendario usado en Judá hasta Josías); y la posibilidad de distintas corregencias (2Re 15:5 nos habla de una, pero debieron darse más casos). Pero más allá de todos estos datos, el problema cronológico de 1-2 Reyes sigue siendo complejo y de muy difícil solución. De hecho, aún no se ha llegado a adoptar con la suficiente unanimidad una cronología plenamente satisfactoria.


4. Perspectivas teológicas de los libros de los Reyes


Puesto que los libros de los Reyes forman parte de una obra más amplia — la llamada Historia Deuteronomista — , forzosamente han de compartir las perspectivas teológicas generales de dicha obra. Aquí nos ceñiremos una vez más a resaltar los rasgos más concretos y diferenciados que en el aspecto teológico aportan los libros de los Reyes. En virtud de la variedad de fuentes que convergen en Reyes, más que de una teología hay que hablar de varias teologías, todas ellas formuladas desde el preciso ángulo de enfoque de la Historia Deuteronomista y unidas por la finalidad y la orientación última que los redactores deuteronomistas dieron a su obra.


a) El exilio, referencia permanente de 1-2 Reyes


Si el exilio babilónico, con sus circunstancias desencadenantes, constituye el auténtico ángulo de enfoque de toda la Historia Deuteronomista, esta perspectiva se agudiza de manera especial en Reyes, hasta el punto de convertir el exilio en una de sus referencias más constantes, junto con la división de los Reinos. Es más, podría decirse que división y exilio son los dos polos de tensión en que se resuelve toda la obra. En cada una de las tres grandes partes de Reyes encontramos referencias al exilio en momentos decisivos. La plegaria de Salomón sobre el Templo alude a la remota posibilidad de exilio (1Re 8:46-51). La segunda parte concluye con la caída de Samaría y un primer exilio de los israelitas a Asiria (1Re 17:1-24). La tercera parte comienza con la invasión de Senaquerib (2Re 18:1-372Re 19:1-37) y la velada amenaza de repetir la suerte de los hermanos del Norte. Aunque Jerusalén se salvará milagrosamente, Ezequías habrá de escuchar el anuncio profético de la deportación babilónica (2Re 20:17-18), anuncio que se concretará en el reinado de Manasés (2Re 21:12-14) y que se cumplirá inexorablemente al final del libro (2Re 25:1-30).


b) Teología deuteronomista


Los criterios o principios teológicos a partir de los cuales los redactores revisan y juzgan la historia son los aportados por el Libro de la Ley (el núcleo de nuestro actual Deuteronomio) que en la reforma de Josías (2Re 22:1-202Re 23:1-37) adquiere un valor determinante. Los principios teológicos deuteronomistas más influyentes en los libros de los Reyes son:


— La centralidad de la alianza. Aunque también adquiere especial relevancia la alianza davídica o promesa dinástica (formulada en 2Sa 7:1-29), es la alianza sinaítica o mosaica la que ofrece el marco principal de las relaciones entre el Señor y el pueblo. Esta alianza aparece mencionada o aludida en momentos importantes de la obra (1Re 8:1-66; 2Re 11:17-18; 2Re 23:1-3) y es bilateral, por lo que al tiempo que garantiza promesas y bendiciones, exige como contrapartida unas obligaciones expresadas globalmente en forma de fidelidad y obediencia a los mandamientos y prescripciones, tanto para el pueblo como para sus reyes.


— Monoteísmo. La unicidad exclusiva de Dios se convierte en el primer y principal mandamiento deuteronómico (ver Deu 5:6-7), que excluye radicalmente cualquier tipo de culto o reconocimiento de otras divinidades. En virtud de esta profesión de monoteísmo, cualquier conato de idolatría será severamente condenado y pesará gravemente en el juicio deuteronomista sobre los reyes de Israel y de Judá.


— El Templo y la centralización del culto. Otro de los grandes ejes temáticos de 1-2 Re es la tensión entre el Templo de Jerusalén y los demás templos o santuarios, tanto yavistas como paganos. En el trasfondo de todo se adivina la ley del único santuario, que sólo entraría en vigor tras la reforma de Josías. A pesar del evidente anacronismo, los autores deuteronomistas aportan, con la aplicación de esta ley, un criterio sólido y objetivo en sus juicios religiosos sobre los reyes de Israel y de Judá.


— La respuesta del pueblo. Puesto que la alianza es bilateral, el pueblo debe ser absolutamente fiel a su único Dios y cumplir las exigencias del Libro de la Ley (Dt). Este principio convierte al pueblo en responsable último de su destino. Sin embargo, en 1-2 Re se observa un notable cambio de perspectiva respecto al resto de la Historia Deuteronomista. En los libros anteriores (especialmente en Jueces), la responsabilidad del castigo y la necesidad de la conversión incumbía a todo el pueblo; en 1-2 Re el mayor peso de la responsabilidad recae en los reyes, que son los que con sus actitudes y decisiones salvan o hacer pecar al pueblo.


c) Teología de la monarquía


Es bien sabido que en el conjunto de la obra deuteronomística parecen coexistir dos concepciones de la monarquía. Este hecho queda también patente en los libros de los Reyes, donde encontramos dos tratamientos bien diferentes de los reyes del Norte y del Sur. Mientras que el modelo de referencia de los reyes de Judá es siempre David, los reyes del Norte han de cargar con el pecado de Jeroboán, definido en términos casi exclusivamente religiosos. Finalmente, la suerte de ambos modelos es también diferente. Mientras que la monarquía del Reino del Norte desaparece definitivamente con su último rey, Oseas (2Re 17:1-6; 2Re 17:20-23), la dinastía davídica deja la puerta entreabierta al futuro con el indulto concedido a Jeconías (2Re 25:27-30).


d) Teología profética


La Historia Deuteronomista se suele definir como historia profética, en virtud del peso y la importancia que en ella tienen los profetas y por la utilización frecuente de las fórmulas de cumplimiento. Los libros de los Reyes corroboran tal afirmación, ya que incorporan mayor número de textos proféticos que el resto de la obra. Sólo aquí podemos encontrar amplios ciclos proféticos, como los de Elías (1Re 17:1-242Re 1:1-18) y Eliseo (2Re 1:1-182Re 8:1-29), y capítulos enteros o secciones parciales dedicados a frecuentes intervenciones proféticas. A través de sus anuncios, amenazantes muchas veces pero también de salvación, los profetas ejercen una acción bienhechora tanto entre el pueblo llano como entre los reyes e incluso en relación con los pueblos extranjeros, como muestran sobradamente los ciclos de Elías y Eliseo.


e) Teología de la historia


Los rasgos hasta ahora reseñados permiten a los autores deuteronomistas desarrollar una verdadera teología de la historia, original y armoniosa, que en los libros de los Reyes acentúa particularmente algunos elementos concretos:


- Dios impulsa, guía y conduce la historia, según su voluntad salvífica, de modo que ningún acontecimiento positivo o negativo escapa a su control o es debido a otras fuerzas ajenas. Y ejerce este control a través de su palabra, que anuncia y explica los acontecimientos, o a través de sus intervenciones, generalmente indirectas.


- La mediación fundamental de la intervención de Dios es la palabra divina, expresada en la ley de Moisés o formulada por los profetas. Pero hay también otros no menos importantes, como son el mismo pueblo de Israel, con sus dirigentes a la cabeza, y los demás pueblos que, cuando entran en escena, lo hacen impulsados por la voluntad de Dios o, al menos, con su consentimiento. En cualquier caso, los protagonistas humanos son siempre responsables de su historia, tanto en el caso de sanciones y castigos, como en las opciones y decisiones que desencadenan los acontecimientos.


- Finalmente, en los libros de los Reyes se pueden encontrar algunos elementos para elaborar una teología de la relación entre el Dios de Israel y los restantes pueblos. Puesto que Israel o Judá no viven su historia al margen de los tipos de relaciones, tampoco la historia y destino de estos escapan al control y guía divinos. Y, si bien la mayoría de las veces los pueblos son meros instrumentos de la intervención punitiva o salvífica de Dios para con su pueblo, también pueden llegar a ser destinatarios directos de las acciones divinas, como en el caso de la curación del sirio Naamán (2Re 5:1-27) y de las bendiciones concedidas a Tiro, Egipto o Asiria, convirtiéndose en testigos explícitos de su poder universal (ver 1Re 5:7; 1Re 10:9; 2Re 5:17).


f) Conclusión: entre la decepción y la esperanza


En los libros de los Reyes late la misma tensión que se aprecia en el conjunto de la obra deuteronomista entre castigo y conversión, o dicho en otros términos, entre decepción y esperanza.


Por un lado, el hecho mismo del exilio es la constatación de un fracaso, que exige un esfuerzo de reflexión: es preciso tomar conciencia de que la actual pérdida de la tierra y de los demás bienes concedidos por Dios en la historia es responsabilidad exclusiva del pueblo y de sus dirigentes que han desobedecido a su Dios e incumplido la alianza; el castigo era, por tanto, algo inevitable. Pero, a pesar de este clima palpable de fracaso y decepción, late también en los libros de los Reyes un mensaje positivo, que permite afrontar el incierto futuro con un mínimo de ilusión y esperanza. En primer lugar, porque toda la historia anterior no ha sido totalmente negativa, ya que ha conocido también grandes reinados, tiempos felices, momentos culminantes y cambios radicales. Además, no todo se ha perdido: aunque dividido entre la patria desolada y la diáspora, el pueblo sigue existiendo, siguen vigentes algunas promesas, Dios sigue hablando a través de sus profetas. En segundo lugar, tanto el indulto concedido a Jeconías, al final de la obra (2Re 25:27-30), como la posibilidad de la conversión desde el exilio, anunciada en la plegaria de Salomón (1Re 8:46-51), sustentan explícitamente una esperanza más que fundada: si el pueblo se vuelve (es decir, se convierte) a su Dios, Dios se volverá (es decir, perdonará) hacia su pueblo y hará que regrese a su tierra.


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Notas

I Reyes 8,11Re 8:1-13 : El traslado del Arca y su colocación en el camarín del Templo abre la gran fiesta de la inauguración y dedicación del Templo (1Re 8:1-66). Con su colocación en el Templo, el Arca culmina el largo viaje iniciado en 1Sa 4:1-22; 1Sa 5:1-12; 1Sa 6:1-21; 1Sa 7:1 y reanudado en 2Sa 6:1-23.


I Reyes 8,12Sa 6:12-17.
I Reyes 8,2— fiesta del mes de Etanín: Es la fiesta de las Tiendas (Éxo 23:14-16; Lev 23:33-36).
I Reyes 8,4— la Tienda del encuentro: Probablemente se trata de la Tienda levantada por David en Jerusalén (2Sa 6:17) y no de la primitiva Tienda del encuentro que no se ha vuelto a mencionar desde la llegada de Israel a Canaán.
I Reyes 8,7Éxo 25:18-21; Éxo 40:20, Éxo 40:34-35; Eze 43:5; Apo 15:8.
I Reyes 8,10— la nube llenó el Templo: La nube es la manifestación visible de la presencia del Señor (ver Éxo 13:21-22; Éxo 33:9-10) y está asociada a su gloria (1Re 8:11; ver Éxo 19:16; Éxo 24:15-17). De esta manera Dios toma posesión de la nueva morada.
I Reyes 8,12— vivir en la oscuridad: La versión griega amplía el texto: el Señor puso el sol en los cielos, pero ha decidido vivir en la oscuridad.
I Reyes 8,13Sal 132:13-14.
I Reyes 8,162Sa 7:6-13.
I Reyes 8,21— Egipto: Evocación de la alianza sinaítica que ahora se funde con la davídica del mismo modo que las tradiciones mosaicas se encuentran con las tradiciones jerosolimitanas de Judá, vinculadas a la dinastía davídica.
I Reyes 8,221Re 8:22-53 : Es este uno de los textos clave de la redacción deuteronomista que ofrece su interpretación del significado del Templo en el marco de la teología de la alianza y con evidentes referencias al exilio.
I Reyes 8,23Deu 4:39.
I Reyes 8,25— promesa que le hiciste: Nueva referencia a la promesa dinástica (ver 1Re 8:18-20) acentuándose su carácter condicional (a diferencia de 2Sa 7:15-16).
I Reyes 8,27Isa 66:1; Hch 17:24.
I Reyes 8,29Deu 12:5; Deu 12:11; Sal 123:1.
I Reyes 8,30— Escucha y perdona: Los vv. 29-30 expresan cabalmente la concepción del Templo como lugar de oración: el pueblo suplica en o hacia el Templo, morada del nombre de Dios, y Dios escucha y perdona desde el cielo, el lugar donde habita. El proceso se repite en cada uno de los supuestos de súplica enumerados en 1Re 8:31-51.
I Reyes 8,31— jurar ante tu altar: Se trata de una especie de proceso judicial en el que el altar del Templo sustituye al estrado del juez (ver Éxo 22:8-13).
I Reyes 8,33— por haberte ofendido: Desde la perspectiva tradicional de la retribución, la derrota ante el enemigo es consecuencia del pecado y exige, por ello, arrepentimiento y conversión.
I Reyes 8,33Lev 26:14-17; Deu 11:16-17; Deu 28:21-24.
I Reyes 8,34— hazlo volver a la tierra: Probable alusión al exilio.
I Reyes 8,41— el extranjero: La apertura del Templo a los extranjeros expresa una perspectiva universalista que nos remite a época postexílica (ver Isa 56:6-7; Zac 8:23; Jon y Rt).
I Reyes 8,46— los lleve cautivos: El último supuesto (1Re 8:46-51) contempla claramente la situación del exilio, ofreciendo una interpretación esperanzadora y optimista del mismo como lugar de arrepentimiento, conversión y súplica a Dios.
I Reyes 8,46Pro 20:9; Ecl 7:20; 1Jn 1:8; 1Jn 1:10.
I Reyes 8,51Deu 9:26; Jer 11:4.
I Reyes 8,541Re 8:54-61 : La segunda bendición de Salomón está formulada en forma de petición, con evidente fraseología deuteronomista. Presenta la actual situación del pueblo como el cumplimiento pleno de las promesas divinas y enmarca la construcción y dedicación del Templo en la serie de grandes intervenciones salvíficas de Dios.
I Reyes 8,57Deu 31:6; Jos 1:5; Jos 21:45; Jos 23:14.
I Reyes 8,61Deu 10:12-13.
I Reyes 8,63— y ciento veinte mil corderos: Se concreta el número de víctimas (ver 1Re 8:5). Aunque las cifras parecen exageradas, pueden reflejar la excepcionalidad del momento.
I Reyes 8,65— hasta el torrente de Egipto: Nos encontramos ante una nueva formulación de las fronteras ideales del reino (ver 1Re 4:21).
I Reyes 8,66— a sus casas: Lit. a sus tiendas, fórmula que remite al pasado nómada.