I Crónicas 23 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 32 versitos |
1 Siendo ya viejo y colmado de años, David proclamó rey de Israel a su hijo Salomón.
2 Reunió a todos los jefes de Israel, a los sacerdotes y a los levitas,
3 y se hizo el censo de los levitas mayores de treinta años; su número, contados de uno en uno, resultó ser de treinta y ocho mil varones.
4 Veinticuatro mil de ellos dirigían los trabajos del templo del Señor; seis mil eran escribas y jueces.
5 Cuatro mil eran porteros y cuatro mil alababan al Señor con los instrumentos que David había fabricado para la alabanza.
6 Este los distribuyó por clases, según los hijos de Leví: Guersón, Queat y Merarí.
7 Hijos de Guersón eran Ladán y Semeí.
8 Los hijos de Ladán eran tres: Yejiel, el primogénito, Zetán y Joel.
9 También eran tres los hijos de Semeí: Selomit, Jaziel y Harán, todos ellos cabezas de familia de Ladán.
10 Semeí tuvo cuatro hijos: Yájat, Zizá, Yeús y Beriá.
11 Yájat era el primogénito, Zizá, el segundo; Yeús y Beriá no tuvieron muchos hijos, por lo que fueron registrados como una sola familia.
12 Queat tuvo cuatro hijos: Amrán, Yisar, Hebrón y Uziel.
13 Hijos de Amrán fueron Aarón y Moisés. A Aarón y a sus descendientes los apartaron a perpetuidad para ofrecer los dones santísimos, para quemar incienso ante el Señor, servirle y bendecir su nombre por siempre.
14 Moisés, el hombre de Dios, y sus hijos fueron contados con la tribu de Leví.
15 Hijos de Moisés fueron Guersón y Eliézer.
16 El primogénito de Guersón fue Sebuel,
17 y el primogénito de Eliézer, Rajabías. Eliézer no tuvo más hijos, pero Rajabías tuvo una descendencia numerosa.
18 Selomit fue el primogénito de Yisar.
19 Los hijos de Hebrón fueron Yerías, el primogénito; Amarías, el segundo; Uziel, el tercero, y Yecamán, el cuarto.
20 Los hijos de Uziel fueron Micá, el primogénito, y Yisías, el segundo.
21 Hijos de Merarí fueron Majlí y Musí. Hijos de Majlí fueron Eleazar y Quis.
22 Murió Eleazar sin tener hijos, solo hijas, que se casaron con sus primos, los hijos de Quis.
23 Musí tuvo tres hijos: Majlí, Éder y Yeremot.
24 Estos eran los hijos de Leví, por familias, los cabezas de familia según su censo, contados nominalmente uno a uno. Los mayores de veinte años estaban al servicio del culto en el templo del Señor.
25 En efecto, David había dicho: «El Señor, Dios de Israel, ha dado descanso a su pueblo y habita en Jerusalén para siempre.
26 Por eso, los levitas ya no tienen que transportar la Morada y los utensilios para su ministerio».
27 De acuerdo con las últimas disposiciones de David, se hizo el cómputo de los levitas mayores de veinte años.
28 Estaban a las órdenes de los aaronitas para el servicio del templo del Señor, de los atrios y de las cámaras, para purificar todo lo sagrado y demás trabajos relacionados con el templo de Dios.
29 Estaban encargados del pan de la proposición, de la harina para las ofrendas, las tortas sin levadura, lo frito en la sartén o cocido, y de todos los pesos y medidas.
30 Por la mañana y por la tarde tenían que asistir para dar gracias y alabar al Señor,
31 y para ofrecer regularmente holocaustos al Señor —en su presencia— los sábados, novilunios y solemnidades, según el número y de acuerdo con su rito correspondiente.
32 También tenían a su cargo el servicio del templo del Señor, según el ritual de la Tienda del Encuentro, del santuario y de sus hermanos aaronitas.

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Introducción a I Crónicas

1 CRÓNICAS

Por los libros de la llamada escuela deuteronomista (de Josué a 2 Reyes) estamos al tanto del período que va desde Josué hasta el destierro. El autor de Crónicas se remonta hasta Adán y llega hasta Esdras, al menos. El núcleo de su enseñanza puede resumirse en los términos siguientes: toda la historia tiene un centro de gravitación, que en el presente caso es el templo, proyectado por David y edificado por Salomón. En el templo se congrega el pueblo de Dios para buscar al Señor y alabarlo. La alabanza se torna súplica en momentos de dificultad -en la guerra, por ejemplo-, en los que el pueblo únicamente ha de rezar, confiar y esperar; el resto lo hará milagrosamente el Señor. Desde esta perspectiva, el rey David y su dinastía no han caducado, por más que ya no existan cuando escribe el cronista.

El esfuerzo intelectual y religioso de esta extensa obra tuvo su recompensa: la comunidad judía no perdió su identidad, supo afrontar un siglo más tarde la ola arrolladora del helenismo y, después, hizo frente a todos los avatares de la diáspora, las múltiples persecuciones a lo largo de los siglos e incluso el holocausto.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas