I Juan 5 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 21 versitos |
1 ° Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.
2 En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
3 Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados,
4 pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
5 ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
6 Este es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo. No solo en el agua, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
7 Porque tres son los que dan testimonio ° :
8 el Espíritu, el agua y la sangre, y el testimonio de los tres es único.
9 Si aceptamos el testimonio humano, mayor es el testimonio de Dios. Pues este es el testimonio de Dios, que ha dado testimonio acerca de su Hijo.
10 El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo. Quien no cree a Dios lo hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
11 Y este es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo.
12 Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
13 Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
14 ° En esto consiste la confianza que tenemos en él: en que si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha.
15 Y si sabemos que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que le hayamos pedido.
16 Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y Dios le dará vida —a los que cometan pecados que no son de muerte, pues hay un pecado que es de muerte, por el cual no digo que pida—.
17 Toda injusticia es pecado, pero hay pecado que no es de muerte.
18 Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios lo guarda, y el Maligno no llega a tocarlo.
19 Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero yace en poder del Maligno.
20 Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna.
21 Hijos míos, guardaos de los ídolos.

Patrocinio

 
 

Introducción a I Juan

CARTAS DE SAN JUAN

Las tres cartas de san Juan tienen tantas y tan significativas semejanzas que es razonable asumir una autoría común. El estilo joánico que domina en las tres se caracteriza, entre otras cosas, por el uso de un vocabulario común, más restringido, que determina los temas teológicos fundamentales (testimonio, verdad, mundo, comunión, etc.). Ya desde el s. II (Ireneo; Canon de Muratori), la tradición atribuye estas tres cartas de forma constante a Juan hijo de Zebedeo; la autoría joánica podría entenderse en un sentido más amplio, es decir, suponiendo que salieron de la pluma de un discípulo de Juan, miembro del grupo que había recibido el testimonio del discípulo a quien Jesús amaba. Las cartas denotan un contexto vital en el que las comunidades sufren tanto por el pecado de sus miembros auténticos como por las agresiones de falsos miembros.

En la primera carta, el anuncio de la encarnación (1Jn 1:1 s) es el elemento central, en torno al cual gira el conjunto de los elementos. El autor concibe a la comunidad (Iglesia) como la reunión de los creyentes en Cristo que forman una comunión (koinonía) con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1Jn 1:3) y reciben el don del Espíritu Santo (1Jn 3:24; 1Jn 4:13). De ahí su insistencia en el mandamiento del amor, segundo gran acento de la carta.

La segunda carta está impregnada del vocabulario y mensaje de la primera. Así lo muestra la mención de Jesucristo, el Hijo del Padre (v. 2Jn 1:3; véase 1Jn 1:3), el abundante empleo del término verdad, del mandamiento nuevo (v. 2Jn 1:5; véase 1Jn 2:7-11) o la mención de los seductores y del Anticristo (v. 2Jn 1:7; véase 1Jn 2:18; 1Jn 4:2 s).

La tercera carta se presenta, lo mismo que la segunda, como obra de «el Presbítero» y está dirigida a un cristiano llamado Gayo (probablemente, el jefe de una de las iglesias de Asia Menor en la que habría una fuerte corriente misionera).

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

Patrocinio

Notas

I Juan 5,1-13*5:1-13 Continuación del tema del amor, pero introduciendo ahora el de la fe (1Jn 5:1-5; 1Jn 5:10; 1Jn 5:13), junto con el del testimonio (1Jn 5:7-11).


I Juan 5,7*5:7 La Vg ha transmitido el siguiente desarrollo: «Pues tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno; y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre, y estos tres son uno».
I Juan 5,14-21*5:14-21 El apéndice insiste en algunas ideas de la carta que el autor desea remachar: la oración por los pecadores y la certeza de la fe.