II Reyes  3 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 27 versitos |
1 Joram, hijo de Ajab, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, el año segundo de Joram, hijo de Josafat, rey de Judá y reinó doce años.
2 Hizo el mal a los ojos de Yahvé, no tanto, sin embargo, como su padre y su madre. Derribó los cipos dé Baal que había hecho su padre,
3 pero se dio a los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, había hzcho pecar a Israel, y no se apartó de ellos.
4 Mesa, rey de Moab, tenía muchos ganados y pagaba al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros con su lana.
5 A la muerte de Ajab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel.
6 Entonces el rey Joram salió de Samaría y revistó a Israel y se puso en marcha,
7 mandando decir a Josafat, rey de Judá: “El rey de Moab se ha rebelado contra mí” ¿Quieres venir conmigo para atacar a Moab?” Josafat respondió: “Iré yo como tú, mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos.”
8 Y preguntó: “¿Por qué camino subiremos?” Y Joram dijo: “Por el camino del desierto de Edom.”
9 Partieron el rey de Israel, el rey de Judá y el rey de Edom; y después de siete días de marcha faltó el agua para el ejército y para el ganado que le seguía."
10 Entonces el rey de Israel dijo: “¡Ay! Yahvé ha reunido a tres reyes para entregarlos en manos de Moab.”
11 Pero Josafat dijo: “¿No hay aquí ningún profeta de Yahvé?” Uno de los servidores del rey de Israel dijo: “Sí, aquí está Elíseo, hijo de Safat, que es el que daba aguamanos a Elías.”
12 El rey de Judá dijo: “La palabra de Yahvé es con él.” El rey de Israel y el rey de Judá y el rey de Edom bajaron en busca suya.
13 Elíseo dijo al rey de Israel: “¿Qué tengo yo que ver contigo? Ve a los profetas de tu padre.” El rey de Israel le dijo: “No, es que ha reunido Yahvé tres reyes para entregarlos en manos de Moab.”
14 Elíseo dijo: “Vive Yahvé Sebaot, a quien sirvo, que, si no fuera por respeto al rey de Judá, a ti ni te atendería ni te miraría siquiera.”
15 “Traedme, pues, un tañedor de arpa.” Mientras el arpista tocaba el arpa, fue sobre Elíseo la mano de Yahvé,
16 y dijo: “Así habla Yahvé: Id y haced en el valle muchas zanjas.
17 Porque así dice Yahvé: No veréis viento ni veréis lluvia, y el valle se llenará de agua, y beberéis vosotros, vuestro ejército y vuestro ganado.
18 Pero todo esto es poca cosa a los ojos de Yahvé. Yahvé entregará a Moab en vuestras manos;"
19 tomaréis todas las plazas fuertes, talaréis todos los árboles frutales y cegaréis todos los manantiales de agua, y destruiréis, cubriéndola de piedras, toda la tierra fértil.”
20 Por la mañana, a la hora de la presentación de la ofrenda, vino el agua del camino del desierto de Sur por la parte de Edom, y la tierra toda se llenó de agua.
21 Entre tanto, los moabitas, sabiendo que subían los reyes a atacarlos, reunieron a cuantos estaban en edad de empuñar las armas y se pusieron en la frontera.
22 Al levantarse por la mañana y ver brillar el sol sobre las aguas, a los de Moab les parecieron las aguas desde lejos como si fueran sangre;"
23 y se dijeron: “Es sangre; los reyes se han vuelto uno contra otro, y unos a otros se han matado. ¡Hala, pues, Moab, a la presa!”
24 Mas cuando llegaron al campo de Israel, alzáronse los israelitas y destrozaron a los de Moab, que se pusieron en huida delante de ellos. Siguieron en la fuga hiriendo a los de Moab,
25 y asolaron sus ciudades, y en todas las tierras fértiles echó cada uno su piedra, llenándolas de ellas; cegaron los manantiales de aguas y talaron los árboles frutales. Sólo quedó Quir Jareset, que rodearon los honderos, arrojando sobre ella sus tiros."
26 Viendo el rey de Moab que llevaba lo peor en la batalla, hizo una salida con setecientos hombres de guerra para ver de desbaratar al rey de Edom. No pudo conseguirlo;"
27 y entonces, tomando a su primogénito, al que había de reinar después de él, le ofreció en holocausto sobre la muralla. Se desató entonces gran cólera contra Israel, que, retirándose de allí, se volvió a su tierra.

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Introducción a II Reyes 

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Reyes.

Introducción.

Título.
La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes, que corresponden a 3 y 4 de los Reinos (LXX) o de los Reyes (Vulgata). En los comienzos, los mencionados libros formaban uno solo, de lo que dan fe Orígenes (PG 12:1084), Eusebio (PL 20,581) y San Jerónimo (PL 28,558-559). La división en dos partes iguales aproximadamente empezó con D. Bomberg (Venecia 1517). Esta división es artificial.

Texto.
El texto original hebraico del libro se ha conservado medianamente bien. A los textos masoréticos cabe añadir ahora el de los fragmentos de Jirbet Qumrán, que facilitarán la labor de crítica textual. Con el texto masorético andan de acuerdo la versión siríaca Peshitta y la Vulgata.

Versiones griegas.
De la versión de los LXX existe un texto prehexaplar, representado por el códice B, y otro posterior a Orígenes, que se halla en A. Los textos de Jirbet Qumrán son más afines al texto griego que al masorético, presentando lecciones propias, omisiones y trasposiciones. Es digno de mención el texto griego de Luciano, que a veces se aparta del texto masorético. Con él concuerda la Vetus Latina. En las ediciones críticas de Sweete, Rahlfs y en la de Broo-ke-McLean-Thackeray se da preferencia a los textos  y A.

Contenido.
El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: i) Últimos años de David y reinado de Salomón (c.1-11). 2) Existencia de los reinos de Israel y de Judá (1 Re c.12-2 Re c.1y). 3) El reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén (2 Re c. 18-25). En el período de existencia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel cabe distinguir: i) el período de hostilidades, que en Israel empieza con Jeroboam (1 Re c. 12-14:30) y termina con Omrí (1 Re 16:23-28); 2) período de amistad: Asa-Omrí; Josafat-Ajab; Joram-Ocozías; Joram-Joram; Ocozías-Joram (1 Re 16:29-2 Re 8:29); 3) el segundo período de relaciones tensas, desde Jehú en Israel y Atalía en Judá hasta la caída de Samaría en 722, en el año quinto de Oseas, rey de Israel.

Fecha de composición.
Para fijarla se dispone de criterios internos. Del texto se entresacan indicios que sugieren la composición del libro antes del exilio (1 Re 8:8; 9:21; 12:19; 2 Re 8:22; 16:6). La insistencia con que los profetas anuncian que no faltará nunca una lámpara en el trono de David se comprende mejor en tiempos anteriores al exilio (1 Re 11:26; 15:4; 2 Re 8:19). Por otra parte, otros textos suponen un origen posterior a la cautividad (2 Re c.24-25; 1 Re 4:24, etc.).
Una antigua tradición hebraica (Baba Bathra 14b) atribuía el libro a Jeremías a causa de las afinidades literarias e ideológicas del libro con la profecía de Jeremías. A esto se opone que el profeta inauguró su ministerio el año 13 de Josías (627), de lo que se infiere que hacia el año 561 contaba con una edad que oscilaba entre los noventa y los cien años. Además, la pretendida afinidad existe preferentemente en los capítulos 24-25 del segundo libro, que no formaban parte del texto primitivo. Según De Vaux, la composición hízose por etapas. Una primera redacción tuvo lugar entre el año 621 (2 Re 22:8ss) y el primer sitio de Jerusalén en 598. Su autor residía en Jerusalén; era probablemente sacerdote y entusiasta decidido de la reforma religiosa. Del libro hízose una segunda edición durante el exilio, o bien después del año 562, si se le atribuye 2 Re 25:22-30, o algo antes, en el caso de que el libro terminase con 2 Re 25:21. En esta segunda redacción el autor añadió la historia hasta el último rey de Judá, manteniéndose dentro de la misma línea deuteronómica, aunque el hecho de la ruina de Jerusalén le obliga a mostrarse más severo para con Judá, lo que le llevó a revisar algunos pasajes anteriores. Es visible su mano en 2 Re 21:7-15; 22:16-17. En realidad, ambos reinos son culpables (2 Re 17:7-20); pero también Israel se beneficia de la misericordia divina (2 Re 13:4-5.23). Durante el exilio se hicieron al libro otros retoques, tales como, probablemente, 2 Re 25:22-30. Después del exilio amplióse la oración de Salomón (1 Re 8:41-51). Pequeños detalles son posteriores a la traducción griega (200-150 a.C.).
De lo dicho se infiere que es opinión común entre los católicos que la composición definitiva del libro efectuóse durante el exilio, y más probablemente después del mismo. La finalidad histórico-religiosa del autor lo confirma,

Fin del autor sagrado.
A los pocos renglones de lectura cae el lector en la cuenta de que el libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Como padre comportóse Dios para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Gomo se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien entresacar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que son sostén y base de la tesis religioso-histórica que intenta probar.

Fuentes de información.
El autor último inspirado echó mano de algunas fuentes históricas preexistentes para componer su libro. A veces las cita explícitamente, otras las utiliza sin que dé testimonio de ello. Las fuentes que cita son: 1) Libro de los hechos de Salomón (1 Re 11:41); 2) Libro de las Crónicas de los reyes de Judá (1 Re 14:29, etc.); 3) Libro de las Crónicas de los reyes de Israel (1 Re 14:19, etc.). Estos libros, o bien eran crónicas oficiales de los mencionados reinos 1, o escritos de algún sacerdote o profeta que consultó los archivos reales.
En cuanto a las fuentes implícitas, es difícil precisar su número e importancia en el escrito. Se distinguen comúnmente: 1) Historia de la familia de David (1 Re c.1-2); 2) Escrito sacerdotal (1 Re c.6-7); 3) Historia de Elías, de la que existen dos o más versiones; 4) Historia de Elíseo, menos homogénea todavía que la de Elías; 5) Escritos de origen pro/ético; 6) otras fuentes de procedencia indeterminada; 7) el archivo real, de donde, por ejemplo, procede la lista de ministros y prefectos de Salomón (1 Re 4:2-19).
Puede discutirse sobre el número de fuentes históricas que consultó el autor sagrado y sobre el grado en que las utilizó, modo en que lo hizo, si eran o no escritas; pero todos convienen en que el autor no las transcribió totalmente, sino que seleccionó aquello que conducía a probar su tesis.

Esquematismo histórico.
La historia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel se dispone conforme al esquematismo siguiente: 1) nombre del nuevo rey, de sus padres y el año correspondiente al soberano contemporáneo de Israel o de Judá (1 Re 22:41, etc.); 2) edad del nuevo monarca y años que reinó (1 Re 22:42); 3) mención de algún hecho notable, remitiendo para un informe más amplio a determinadas fuentes (1 Re 16:8-14, etc.); 4) dictamen sobre el comportamiento religioso y cultual del rey; 5) noticia sobre la muerte y sepultura del rey y nombre del sucesor. Un esquema parecido se sigue para los monarcas de Judá desde la caída de Samaría hasta la cautividad. Dentro de los límites del rígido esquematismo, habla de la única dinastía reinante en Judá y de las nueve que se sucedieron en Israel: 1) Jeroboam-Nadab (931-909); 2) Baasa-Ela (909-885); 3) Zimbri (885); 4) Omrí-Ajab-Ócozías-Joram (885-841); 5) Jehú-Joacaz-Joás-Jeroboam II-Zacarías (841-743); 6) Selum (743); 7) Menajem-Pe-cajya (743-737); 8) Pecaj (737-732); 9) Oseas (732-724).

Historia religiosa.
Este compendio histórico tiene un acentuado carácter religioso, peí reinado de Salomón pone de relieve su sabiduría y prosperidad económica, por considerar todo ello como premio y bendición de Dios por la conducta religiosa y cultual del monarca. Esta prosperidad es efecto del temor de Dios: "Rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato" (Tob 4:21).
A partir de la división del reino condena el autor la conducta de todos los reyes de Israel, diciendo de ellos que hicieron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo los pecados de Jeroboam (2 Re 13:2; 15:26-34, etc.); incluso de Zimbri, que reinó siete días, se dice: "Y murió por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por los caminos de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel" (1 Re 16:19). Oseas hizo lo malo a los ojos de Dios, "aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron" (2 Re 17:2). De los reyes de Judá, unos reciben plena aprobación por su conducta y por haber quitado los lugares altos (2 Re 18:3-4; 22:2), a otros se les reprocha no haber procurado la unidad de santuario (1 Re 15:11-14; 22:43-44; 2 Re 12:3-4). Severo juicio merecen los reyes que "obraron el mal a los ojos de Yahvé," siguiendo el ejemplo de Ajab (2 Re 8:18), o se entregaron a la idolatría (2 Re 21:2; 22:21-22). Esta finalidad primaria del autor le llevó a pasar por alto multitud de hechos importantes que sucedieron durante los reinados de Omrí, Jeroboam II, Ajab, etc. Los hechos que se recogen se relacionan con cuestiones religiosas.
Más que una historia propiamente dicha, el libro de los Reyes es una compilación histórica y una interpretación religiosa de la historia. La conducta de los reyes es juzgada de conformidad a las leyes del Deuteronomio, cuyos principios fundamentales son: un solo Dios, un solo santuario. Los santuarios yahvísticos provinciales deben desaparecer (Deut c.12). Reflexiones, expresiones e ideas deuteronómicas hállanse esparcidas a lo largo y ancho del libro (1 Re 8:23; 29; 33-37; 53). Fórmulas deuteronómicas: 1 Re 2:2; 8:23-61. Fórmulas de Jeremías: 1 Re 9:7-8; 2 Re 17:13-20; 21:9-16; 22:16-19; 24:3-4 2.

Valor histórico del libro.
El autor del libro refiere fielmente ciertos hechos conducentes a probar su tesis; no escribe una historia completa, sino preferente-niente la historia religiosa de los reinos de Israel y de Judá. Dice Garofalo que la obra del autor es un trabajo de tesis, bastante parecido al que compuso Lactancio en su obra De mortibus persecutorum, en el cual no debe buscarse la historia económica, social y política de los dos reinos, sino la presencia de Dios, que dirige todos los acontecimientos terrenos y da premio o envía el castigo según el mérito o demérito. En el fondo, añade, la historia del libro de los Reyes es una historia vista con los ojos de Dios.

El libro de los Reyes en el marco de la historia universal.
En el comentario hemos tratado siempre de encuadrar la historia del pueblo judío dentro del marco de la historia universal; a él remitimos. Basta anotar aquí que, además de los pueblos circunvecinos, influyeron en Israel los imperios de Egipto, Babilonia y Asiría. Sheshonq fundó la XX dinastía hacia los años 950-929; Salmana-sar III, rey de Asiría, hizo sentir su presencia en Occidente; en 853 tuvo lugar la batalla famosa de Qarqar. Otros tres reyes asirios pesaron sobre el reino del Norte: Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (726-722), Sargón (721-705). Sobre Judá actuaron: Senaquerib (704-681), Asaraddón (680-669), Asurbanipal (668-628). Funesto para Judá fue sobre todo el rey de Babilonia Nabucodonosor (605-562). Ambas historias se completan, pero no se contradicen.

Cronología.
Es un punto difícil de resolver; San Jerónimo renunció a solucionar este problema. Modernamente son muchos los autores que se dedican a esta tarea, habiendo logrado alentadores resultados, aunque no hayan logrado conclusiones definitivas. Las dificultades que engendran los datos cronológicos proceden de múltiples causas; a veces las fuentes utilizadas traían datos inexactos; otras veces se han interpretado mal ciertos datos; algunas corregencias han provocado la adición de cifras que sólo corresponden en parte al monarca contemporáneo. Algunos datos cronológicos de Asiría dan luz sobre la cronología del libro de los Reyes:

853: Batalla de Qarqar, reinando Ajab en Israel.
841: Tributo de Jehú.
738: Tributo de Menajem.
732: Empieza el reinado de Oseas.
721: Toma de Samaría.
701: Invasión de Senaquerib.
598: Primera deportación de Judá.
587: Caída de Jerusalén.

Los años del reinado de los reyes de Israel y de Judá que damos en el comentario son aproximados.

Doctrina religiosa.
Hemos hecho notar el carácter religioso de la historia que se narra en nuestro libro. Su autor tiene puesta su mirada en el templo de Jerusalén, el santuario donde tiene su asiento Yahvé; en él debe concentrarse el culto que se le debe. En todo el libro se recuerda que sólo existe un Dios: Yahvé; un solo santuario legítimo: el templo de Jerusalén. Pero, aunque Yahvé tenga su asiento en Jerusalén, domina aun fuera de los límites de Palestina; tiempo vendrá en que todas las naciones reconocerán a Yahvé por único Dios (1 Re 8:60). Dios no admite rivales, que nada son; exige que se guarden sus mandamientos y leyes; a los fieles les premiará aun en vida; a los que le abandonan castigará. Pero no quiere Dios la muerte del pecador ni la ruina de la nación que ha tomado bajo su protección. En último término es el hombre el que teje su porvenir feliz o desgraciado; es el pueblo judío el que labra su destino, el que prepara la caída de Samaría y la de Jerusalén.

1 J. A. Montgomery, Archíval Data in the Book ofKings: JBL 53 (1924) 46-52.
2 A Robeft, Historique (Genres): DBS 14-15.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

II Reyes  3,1-27

Joram, en pie de guerra (3:1-8).
1 Joram, hijo de Ajab, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, el año segundo de Joram, hijo de Josafat, rey de Judá y reinó doce años. 2 Hizo el mal a los ojos de Yahvé, no tanto, sin embargo, como su padre y su madre. Derribó los cipos dé Baal que había hecho su padre, 3 pero se dio a los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, había hzcho pecar a Israel, y no se apartó de ellos. 4 Mesa, rey de Moab, tenía muchos ganados y pagaba al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros con su lana. 5 A la muerte de Ajab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel. 6 Entonces el rey Joram salió de Samaría y revistó a Israel y se puso en marcha, 7 mandando decir a Josafat, rey de Judá: El rey de Moab se ha rebelado contra mí ¿Quieres venir conmigo para atacar a Moab? Josafat respondió: Iré yo como tú, mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos. 8 Y preguntó: ¿Por qué camino subiremos? Y Joram dijo: Por el camino del desierto de Edom.

Vimos que a Ocozías (853-852) sucedió en el trono su hermano Joram (852-841). En Judá reinaba su homónimo Joram (848-841), hijo de Josafat (870-848). Con el advenimiento de Joram suavizóse la tensión religiosa imperante en Israel, contribuyendo a ello la acción de Elíseo. Joram demolió los cipos de los baales que había construido su padre por indicación de su mujer Jezabel (1Re_16:29-33)· Sin embargo, por conveniencias políticas, dejó en pie los antiguas santuarios religiosos erigidos por Jeroboam, rivales del templo de Jerusalén (1Re_12:29).
En tiempos de Omri extendió Israel sus dominios sobre Moab, en una de cuyas ciudades, Madaba, fue colocada una guarnición para urgir el cumplimiento del fuerte tributo impuesto. Al morir Ajab, hubo una tentativa por parte de Mesa de sacudir el yugo irsaelita (1Re_1:1). Durante el reinado de Joram probó fortuna nuevamente. Joram salió de Samaría y pasó revista a Israel; mandó después un mensaje al rey de Judá, llamado también Joram, pidiéndole su colaboración en la campaña contra Moab (1Re_22:4). En los v.11; 12; 14 se dice que Josafat era rey de Judá; en un principio, el texto no lo citaba por su nombre; pero más tarde, en atención a la piedad de Josafat y a la analogía de esta acción con la de 1 Re c.22, un escriba introdujo el nombre de Josafat en vez del de Joram. Por aquel entonces, Edom dependía de Judá (2Sa_8:14). Esta circunstancia favoreció los planes de Joram de atacar a Moab por el sur a través de las fronteras septentrionales de Edom.

En busca de un profeta (2Sa_3:9-14).
9 Partieron el rey de Israel, el rey de Judá y el rey de Edom; y después de siete días de marcha faltó el agua para el ejército y para el ganado que le seguía. 10 Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ay! Yahvé ha reunido a tres reyes para entregarlos en manos de Moab. 11 Pero Josafat dijo: ¿No hay aquí ningún profeta de Yahvé? Uno de los servidores del rey de Israel dijo: Sí, aquí está Elíseo, hijo de Safat, que es el que daba aguamanos a Elías. 12El rey de Judá dijo: La palabra de Yahvé es con él. El rey de Israel y el rey de Judá y el rey de Edom bajaron en busca suya. 13 Elíseo dijo al rey de Israel: ¿Qué tengo yo que ver contigo? Ve a los profetas de tu padre. El rey de Israel le dijo: No, es que ha reunido Yahvé tres reyes para entregarlos en manos de Moab. 14Elíseo dijo: Vive Yahvé Sebaot, a quien sirvo, que, si no fuera por respeto al rey de Judá, a ti ni te atendería ni te miraría siquiera.

Los tres reyes emprendieron la marcha por los arenales al sur del mar Muerto, avanzando hacia el nordeste. Era primavera; no contaron los inexpertos monarcas con el agua, tan importante en el desierto para proveer a todo un ejército. Los dos reyes, de Israel y de Judá, conocían la existencia de Elíseo, que comenzó por ser el servidor de Elías, siendo una de sus misiones derramar el agua en las manos del profeta para purificárselas (Mat_15:2; Mar_7:3; Luc_11:38). Elíseo demuestra gran indiferencia por el rey de Israel, recordándole los profetas de Baal al servicio de su padre (1Re_18:19; 1Re_19:1). Pero, en atención al rey de Judá, plegóse al ruego que le hicieron.

Elíseo profetiza (1Re_3:15-20).
15 Traedme, pues, un tañedor de arpa. Mientras el arpista tocaba el arpa, fue sobre Elíseo la mano de Yahvé, 16 y dijo: Así habla Yahvé: Id y haced en el valle muchas zanjas. 17 Porque así dice Yahvé: No veréis viento ni veréis lluvia, y el valle se llenará de agua, y beberéis vosotros, vuestro ejército y vuestro ganado. 18 Pero todo esto es poca cosa a los ojos de Yahvé. Yahvé entregará a Moab en vuestras manos; 19 tomaréis todas las plazas fuertes, talaréis todos los árboles frutales y cegaréis todos los manantiales de agua, y destruiréis, cubriéndola de piedras, toda la tierra fértil. 20 Por la mañana, a la hora de la presentación de la ofrenda, vino el agua del camino del desierto de Sur por la parte de Edom, y la tierra toda se llenó de agua.

Tenemos en la Biblia otros ejemplos sobre el uso de instrumentos músicos para despertar la inspiración profética (1Sa_10:5ss; 16.23; 1Sa_18:10; 1Sa_19:20). Al son del arpa, el espíritu de Yahvé púsose sobre Elíseo, o, como dice el texto, fue sobre Elíseo la mano de Yahvé (1Re_18:46), profiriendo en este estado dos oráculos. Promete a los reyes de Israel y de Judá que tendrán agua en abundancia, que llegará sin viento ni lluvia. A veces furiosas tormentas se desencadenan en la meseta transjordánica, tomando las aguas un curso impetuoso en dirección al Ghor o al mar Muerto. Por esta causa vieron los reyes en la madrugada que las aguas bajaban por el camino de Edom. Las grandes zanjas que debían abrir cortarían el curso de las mismas, poniéndolas al servicio de hombres y anídales. La segunda promesa se refiere a la victoria sobre Moab,

Derrota y huida de Moab (1Re_3:21-27).
21 Entre tanto, los moabitas, sabiendo que subían los reyes a atacarlos, reunieron a cuantos estaban en edad de empuñar las armas y se pusieron en la frontera. 22 Al levantarse por la mañana y ver brillar el sol sobre las aguas, a los de Moab les parecieron las aguas desde lejos como si fueran sangre; 23 y se dijeron: Es sangre; los reyes se han vuelto uno contra otro, y unos a otros se han matado. ¡Hala, pues, Moab, a la presa! 24 Mas cuando llegaron al campo de Israel, alzáronse los israelitas y destrozaron a los de Moab, que se pusieron en huida delante de ellos. Siguieron en la fuga hiriendo a los de Moab, 25 y asolaron sus ciudades, y en todas las tierras fértiles echó cada uno su piedra, llenándolas de ellas; cegaron los manantiales de aguas y talaron los árboles frutales. Sólo quedó Quir Jareset, que rodearon los honderos, arrojando sobre ella sus tiros. 26 Viendo el rey de Moab que llevaba lo peor en la batalla, hizo una salida con setecientos hombres de guerra para ver de desbaratar al rey de Edom. No pudo conseguirlo; 27 y entonces, tomando a su primogénito, al que había de reinar después de él, le ofreció en holocausto sobre la muralla. Se desató entonces gran cólera contra Israel, que, retirándose de allí, se volvió a su tierra.

Moab dispúsose al ataque. A los primeros rayos del sol, y a consecuencia de las tormentas producidas en un punto muy distante hacia el norte, tenían las aguas color de sangre, lo que interpretaron en el sentido de que los reyes aliados habían combatido uno contra otro. Confiados en esta creencia y no contando con una resistencia armada, avanzaron los moabitas alegres y confiados hacia el campo enemigo. Pronto cayeron en la cuenta de que se habían equivocado. Los vencedores devastaron toda la región, talando árboles, cegando pozos y sembrando de piedras los campos de cultivo. Pusieron cerco a la capital Quir Jareset, hoy Kerak (Isa_16:1-11; Jer_48:31-36), durante el cual Mesa, su rey, en el paroxismo de la desesperación, tomó a su hijo mayor y, a la vista de todos, sobre la muralla, lo sacrificó. Según Lev_18:21; Lev_20:2, el culto de Moloc comportaba tales sacrificios. Atribuía Mesa la derrota de su ejército a la ira del dios Kamos, al que quiso aplacar con la oblación de su hijo. Filón de Byblos escribe que en las grandes calamidades solían los antiguos sacrificar a la divinidad al hijo más querido en aras de la salvación de todos 1.
El capítulo termina con unas palabras enigmáticas, que se prestan a variadas interpretaciones. Para algunos exegetas, los israelitas se indignaron al ver el sacrificio del hijo de Mesa y, horrorizados de lo que veían sus ojos, abandonaron la ciudad y se fueron. Creen otros en una indignación de Kamos contra los israelitas, los cuales, heridos por la peste o rechazados por una salida inesperada de los sitiados, viéronse constreñidos a levantar el cerco y escapar. Finalmente, pudo Yahvé indignarse contra los israelitas por algún pecado cometido. La opinión más en boga hoy ve en la frase una derrota de los israelitas y la victoria de Moab, en cuya memoria el rey Mesa erigió su famoso obelisco. Lo cierto es que, después de este hecho de armas, los moabitas recuperaron su independencia, ejemplo que imitó también Edom.

1 Según los textos hallados en Rash Shamra, el nombre primitivo del dios era Baal-Zebul, Que aparece en el Nuevo Testamento como sinónimo de príncipe de los demonios (Mat_10:25 ; Mat_12:24-27; Luc_11:15), cuyo significado originario era de Baal el sublime, o el príncipe. El texto hebraico, por menosprecio a esta falsa divinidad, transformó aquel nombre en Baal de las Coscas. Los LXX y Flavio Josefo traducen el dios mosca. Por el mismo Rash Shamra sabemos que zebul significaba también habitación, morada. Los cananeos rendían culto a un dios que tenia su morada en las profundidades de la tierra, de donde su título de Beel Zebul o Beel Ars, el maestro de la tierra R. Dussaud, Les découvertes de Ras Shamra et V anclen Testament paris 1937; W. H. Albright: Basor 42 1932 17)·
2 De Vaux, Elie; P. Jouon, La cosíame d'Elie et celui dejean Baptiste: ? ?? (1935) 74-8
1 RB 41 (1932) 237-252; La Terra Santa, 23 (1948) 43-50.
2 Elie dam l'Ancien Testament l.c., 113.
3 M. E. boismard, Elie dans le Nouveau Testament: Elie, l.c., 128; G. Perrelia, Num Henoch et Elías a morte immunes?: Dívus Thomas, 39 (1936) 395-398; A. di Guglielmo, Dissertatio exegetica de reditu Eliae (Jerusalén 1938); R. Kittel, Theolosisches Worterbuch II 930-943-
1 Eusebio, Praep. Evang. 4:16: PG 21:273.


El Monolito de Mesa.
La situación política de Moab nos es conocida principalmente, por la famosa inscripción del rey Mesa encontrada en Dibón, al noroeste del mar Muerto, el año 1868. Mide 1:13 por 0,70 metros; consta de treinta y cuatro líneas, de las cuales las últimas se han conservado en mal estado. Probablemente el monolito remonta al año 842 antes de Cristo, siendo por consiguiente, contemporáneo del rey Mesa, por cuyo mandato se llevó a cabo la famosa inscripción, que reproducimos en castellano:

(1) Yo soy Mesa, hijo de Kamos, rey de Moab, el (2) dibonita. Mi padre reinó treinta años sobre Moab y yo reí (3) né después de mi padre. Levanté este lugar alto para Kamos en Qorhah (que el texto bíblico llama Quir Jareset), lugar alto de sal (4) vación, por haberme salvado de todos los ataques y concederme haber visto la victoria sobre todos mis enemigos. En cuanto a Omri, (5) rey de Israel, oprimió a Moab durante mucho tiempo, porque Kamos habíase irritado contra su (6) país. Le sucedió su hijo, que díjose también: Oprimiré a Moab. Fue en mi tiempo que habló así, (7) y yo me he alegrado de la victoria sobre él y sobre su casa, en tanto que Israel ha perecido para siempre. Ahora bien, Omri había ocupado el país (8) de Madaba, e Israel habitó allí en su tiempo y durante parte de la vida de su hijo, cuarenta años; pero (9) Kamos me lo ha devuelto durante mis días. He edificado Baal-Meón, donde hice un estanque; (10) he edificado Qaryaten. Los hombres de Gad habitaban desde siempre en el país de Atarot, donde el rey de Israel habíase construido (i i) Atarot para él. Ataqué la ciudad y la tomé, matando a todo el pueblo de (12) la ciudad, a fin de saciar a Kamos y Moab. De allí saqué cautivo a Ariel, su jefe (literalmente su dawid) y le (13) llevé delante de Kamos en Queriat. Instalé allí gentes de Sarón y gentes de (14) Maharot. Y Kamos me dijo: Vete y toma Nebo a Israel. Fui (15) de noche y combatí contra ella desde el amanecer hasta el mediodía. La (16) tomé, matando a todos: siete mil hombres en la fuerza de la edad y viejos, mujeres en la fuerza de la edad y ancianas (17) y concubinas, que entregué a Astar-Kamos en anatema. Y tomé de allí los utensilios (18) de Yahvé, que puse delante de Kamos. Pues el rey de Israel había edificado (19) Yahas, donde habitaba cuando combatía contra mí. Pero Kamos lo arrojó lejos de mí. (20) Tomé doscientos hombres de Moab, todos sus jefes, que conduje contra Yahas, (21) anexionándola a Dibón. Soy yo quien ha edificado Qorhah, el muro del bosque, la muralla de la (22) ciudadela; fui yo el que construyó sus puertas y el que levantó sus torres. (23) Soy yo quien ha construido el palacio real y el que ha fabricado los muros que sostienen el estanque para las aguas en medio de (24) la ciudad. No había cisterna dentro de la ciudad, en Qorhah; di entonces la orden a todo el pueblo: (25) Que cada uno edifique una cisterna en su casa. Hice abrir zanjas para Qorhah a los (26) prisioneros de Israel. Fui yo quien construyó Aroer y el ie abrió la ruta en el valle del Arnón. (27) Fui yo el que construyó Betoth, que estaba destruida; yo reconstruí Betser, que estaba en ruinas, con cincuenta hombres de Dibón, porque Dibón está bajo mi obediencía. Reiné (29) sobre un centenar de ciudades que había anexionado al país de Moab. Fui yo quien levantó (30) también Medeba y Bet-Diblaten es cuanto a Beel Baal Meón, llevé yo allí viñadores (31) y pastores para el ganado menor del país. En cuanto a Hauronén habitaba. (32) Kamos rne dijo: Desciende, combate contra Hauronén; bajé y (33) combatí contra ella y la tomé. Y habitó allí Kamos en mi tiempo. de allí. (34) la lluvia cayó abundante.

De la inscripción de Mesa se deduce que el rey de Moab la escribió en un momento eufórico por su victoria sobre Israel. Gomo puede observarse, los reveses y las victorias se atribuyen al dios nacional Kamos. Como en Israel, las ciudades enemigas eran entregadas al anatema de destrucción i.