II EPÍSTOLA A LOS TESALONICENSES

OCASIÓN DE LA EPÍSTOLA. — Tranquilizados ya los tesalonicenses de sus temores infundados acerca de la suerte, que ellos hablan creído desventajosa, de los fieles ya difuntos en el advenimiento de Cristo, en cambio se alborotaron más con la aprensión exaltada de que el día del Señor iba a venir de un momento a otro, Y llegó a tanto esa fascinación apocalíptica, que habían ya. abandonado el cuidado de atender, como cosa superflua, a las más imprescindibles necesidades de la vida. De ahí que, entregados a la ociosidad, pasaban el día vagando de casa en casa y hablando, sin duda, de la tremenda catástrofe que iba a sobrevenir. Temeroso el Apóstol de que esas extravagancias diesen al traste con la fe y la moralidad de sus impresionables neófitos, les escribe una segunda carta, en que les declara que el día del Señor no es tan inminente como ellos se imaginaban: antes han de sobrevenir dos grandes crisis: la apostasía universal y la aparición del anticristo.

DIVISIÓN DE LA EPÍSTOLA, - Se divide en tres partes, correspondientes exactamente a sus tres capítulos. En la primera, introductoria, después de dar gracias a Dios por la fe, la caridad y la constancia de los tesalonicenses, les recuerda el justo juicio de Dios, que dará a cada uno su merecido. Este recuerdo del juicio divino prepara la segunda parte, dogmática, sobre el advenimiento del Señor, precedido por la aparición del anticristo. La tercera parte, moral, contiene diversas recomendaciones, derivadas, más o menos directamente, de la doctrina antes establecida.