I Reyes 11, 1-13

Ocaso y fin del reinado de Salomón (11:1-43)

La idolatría de Salomón

Además de la hija del faraón, el rey Salomón se enamoró de muchas mujeres extranjeras º: moabitas, amonitas, edomitas, fenicias e hititas, º mujeres de las naciones acerca de las cuales el Señor había prevenido a los israelitas: “No se unan a ellas ni ellas a ustedes, porque seguramente desviarán su corazón tras sus dioses” º. Pero Salomón, con sus amores, se unió a ellas y tuvo setecientas esposas de sangre real y trescientas concubinas º, que desviaron su corazón. Cuando Salomón llegó a viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras otros dioses y ya no perteneció íntegramente al Señor, como el corazón de su padre David. Salomón siguió a Astarté, diosa de los sidonios, y a Milcón, abominable ídolo de los amonitas. Ofendió con su conducta al Señor y no siguió fielmente al Señor, como lo había seguido su padre David º. Entonces construyó en el monte que hay frente a Jerusalén un santuario a Quemós, abominable ídolo de Moab, y otro a Milcón º, abominable ídolo de los amonitas. Y lo mismo hizo para todas sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses. El Señor se encolerizó contra Salomón por haber apartado su corazón del Señor, Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, º y que le había ordenado expresamente no seguir a otros dioses. Pero Salomón había desobedecido la orden del Señor. Entonces el Señor dijo a Salomón: — Por haber actuado así conmigo, por no haber guardado mi alianza y las leyes que te di, te voy a quitar el reino para dárselo a uno de tus servidores. Pero no lo haré mientras vivas, en consideración a tu padre David, sino que se lo quitaré a tu hijo. Y tampoco le quitaré todo el reino, pues dejaré una tribu a tu hijo, en consideración a David, tu padre, y a Jerusalén, mi ciudad preferida.
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