II Crónicas  18, 4-27

Y Josafat añadió al rey de Israel: — Consulta º antes al Señor. º El rey de Israel reunió a unos cuatrocientos profetas º y les preguntó: — ¿Podemos ir a atacar Ramot de Galaad o no? Ellos le respondieron: — Puedes ir, porque Dios te la va a entregar. Pero Josafat preguntó: — ¿No hay por aquí algún profeta del Señor º al que podamos consultar? El rey de Israel le respondió: — Sí, aún queda alguien a través del cual podemos consultar al Señor: Miqueas, el hijo de Jimlá º. Pero yo lo detesto, porque no me profetiza venturas, sino siempre desgracias. Josafat le dijo: — El rey no debe hablar así. Entonces el rey de Israel llamó a un funcionario y le dijo: — ¡Que venga inmediatamente Miqueas, el hijo de Jimlá! El rey de Israel y Josafat, el rey de Judá, estaban sentados en sus tronos con sus vestiduras reales, en la plaza de la entrada de Samaría, mientras todos los profetas hacían profecías º ante ellos. Sedecías, el hijo de Quenaná, se hizo unos cuernos de hierro º y decía: — El Señor dice: “¡Con estos cuernos embestirás a los arameos hasta aniquilarlos!”. Y todos los profetas profetizaban lo mismo: — ¡Ataca a Ramot de Galaad, que tendrás éxito! ¡El Señor la entregará al rey! Mientras, el mensajero que había ido a llamar a Miqueas le decía: — Ten en cuenta que los profetas están anunciado unánimemente la victoria al rey, procura que tu profecía coincida también con la suya y anuncia la victoria. Miqueas contestó: — ¡Juro por el Señor que sólo le anunciaré lo que me diga mi Dios! Cuando llegó ante el rey, este le preguntó: — Miqueas, ¿podemos ir a atacar Ramot de Galaad o no? Él le contestó: — Ataquen, que tendrán éxito, pues el Señor se la entregará º a ustedes. Pero el rey le dijo: — ¿Cuántas veces tendré que pedirte bajo juramento que me digas sólo la verdad en nombre del Señor? Entonces Miqueas dijo: — He visto a todo Israel disperso por los montes como un rebaño sin pastor y el Señor decía: “No tienen dueño; que vuelvan en paz a sus casas”. El rey de Israel dijo a Josafat: — ¿Qué te decía yo? No me profetiza venturas, sino desgracias. Miqueas añadió: — Por eso, escuchen la palabra del Señor. He visto al Señor sentado en su trono y toda la corte celeste º estaba de pie, a su derecha y a su izquierda. º El Señor preguntó: “¿Quién confundirá a Ajab, el rey de Israel, para que ataque a Ramot de Galaad y perezca?”. Unos decían una cosa y otros, otra. Entonces un espíritu se presentó ante el Señor y le dijo: “Yo lo confundiré”. Y el Señor preguntó: “¿Cómo lo harás?”. Él respondió: “Iré y me convertiré en espíritu de mentira en boca de todos sus profetas”. A lo que el Señor dijo: “¡Conseguirás confundirlo! Vete y hazlo así”. Ahora ya sabes que el Señor ha inspirado mentiras a estos profetas tuyos y ha anunciado tu desgracia. Entonces Sedecías, el hijo de Quenaná, se acercó a Miqueas, le dio una bofetada y le dijo: — ¿Es que me ha abandonado el espíritu del Señor para hablarte a ti? Miqueas le respondió: — Tú mismo lo verás el día en que vayas escondiéndote de casa en casa. Entonces el rey de Israel ordenó: — Agarren a Miqueas, entréguenselo a Amón, el gobernador de la ciudad, y al príncipe Joel y díganles: “El rey ha ordenado que lo metan en la cárcel y que le racionen el pan y el agua hasta que el rey regrese sano y salvo”. Miqueas le dijo: — Si consigues regresar sano y salvo, es que el Señor no ha hablado por mi boca º.
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