Deuteronomio  2, 26-36

Derrota de Sijón, rey amorreo

(Nm 21:21-30)

Desde el desierto de Cademot envié embajadores a Sijón, rey de Jesbón, con esta propuesta de paz: “Permíteme pasar por tu territorio; seguiré la ruta establecida sin desviarme a derecha ni a izquierda. Te pagaré el agua que beba y los víveres que consuma. Sólo te pido que me permitas cruzar tu territorio como lo han hecho los descendientes de Esaú, que viven en Seír, y los moabitas de Ar, hasta que pasemos el Jordán y entremos en la tierra que el Señor nuestro Dios nos da”. Pero Sijón, rey de Jesbón, se negó a dejarnos cruzar por su territorio, porque el Señor tu Dios había ofuscado su espíritu y endurecido su corazón, a fin de convertirlo en súbdito tuyo, como lo es hasta el día de hoy. Entonces el Señor me dijo: Estoy dispuesto a entregarte a Sijón y su territorio; comienza, pues, la conquista y apodérate de su territorio. Sijón nos salió al encuentro con sus tropas, para presentarnos batalla en Jasá. El Señor nuestro Dios lo entregó en nuestro poder y lo derrotamos a él, a sus hijos y a todas sus tropas. Conquistamos todas sus ciudades y las consagramos al exterminio º matando a hombres, mujeres y niños. No dejamos a nadie con vida. Únicamente nos quedamos con los ganados y el despojo de las ciudades que conquistamos. Desde Aroer que está al borde del torrente Arnón, y desde la ciudad que está en el valle, hasta el límite con Galaad, no hubo ciudad que se nos resistiera; todas nos las entregó el Señor, nuestro Dios.
Ver contexto