Eclesiastés 12, 1-7

Ten en cuenta º a tu creador en tus días de juventud, antes de que lleguen los días malos y se acerquen los años en que digas: “no siento ningún placer”; antes de que se oscurezca el sol, y no den luz la luna y las estrellas, y retornen las nubes tras la lluvia; cuando tiemblen los guardianes de la casa y se encorven los valientes; cuando se paren las que muelen, por ser pocas, y queden a oscuras las que miran por las ventanas; cuando se cierren las puertas de la calle y se apague el ruido del molino; cuando se extinga el canto del pájaro º y enmudezcan todas las canciones; cuando den miedo las alturas y haya sobresaltos en el camino; cuando no se aprecie * el almendro, se haga pesada la langosta y sea ineficaz º la alcaparra; porque va el ser humano a su morada eterna y merodean por la calle las plañideras. Antes de que se rompa el hilo de plata, y se quiebre la copa de oro; antes de que se haga añicos el cántaro en la fuente y se precipite la polea en el pozo; antes de que vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio. º
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