Ezequiel  30, 21-26

— Hijo de hombre, he roto el brazo º del faraón, rey de Egipto. Nadie se lo ha curado con medicamentos y vendas, de modo que recupere la fuerza y pueda empuñar la espada. º Por eso, así dice el Señor Dios: Aquí estoy yo contra el faraón, rey de Egipto: quebraré sus brazos, el sano y el roto, y haré que la espada se desprenda de su mano. Dispersaré a Egipto por entre las naciones y aventaré a sus habitantes por otros países. Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia y pondré mi espada en su mano, y quebraré los brazos del faraón, que lanzará ante él gemidos al sentirse víctima de la espada. Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia y dejaré inertes los brazos del faraón, y reconocerán que yo soy el Señor cuando ponga mi espada en la mano del rey de Babilonia, que la manejará contra el país de Egipto. Dispersaré a Egipto entre las naciones, aventaré a sus habitantes por otros países, y reconocerán que yo soy el Señor.
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