Jeremías  46, 14-24

Cuéntenlo en Egipto, anúncienlo en Migdol, anúncienlo en Tafne y en Menfis º; digan: ¡En formación, prepárate, que la espada devora por doquier! º ¿Por qué yace postrado el buey Apis º? No está en pie porque el Señor lo embistió repetidas veces: se tambaleó y cayó. Se decían unos a otros: “Vamos, volvamos donde los nuestros, vayamos a nuestra tierra nativa, huyamos de la espada mortífera”. Pusieron de mote al faraón “Estrépito que llega a destiempo”. º ¡Por mi vida —oráculo del Rey que se llama Señor del universo— que así tiene todo que suceder, tan real como el Tabor entre los montes, como el Carmelo cerca del mar! º Prepárense el ajuar del deportado, habitantes de la capital de Egipto, pues Menfis quedará desolada, incendiada, sin ningún habitante. º Egipto es una hermosa novilla, un tábano º la ataca desde el norte; º los mercenarios que tiene son como novillos cebados, pero también ellos le dan la espalda: huyen a una sin detenerse, pues les llega el día del desastre, el tiempo de pedirles cuentas. º Silba Egipto como serpiente que huye, pues lo atacan los ejércitos: vienen contra él con hachas, igual que si fueran leñadores, * y talan su selva º —oráculo del Señor—. Son, en efecto, innumerables, más que una plaga de langosta y nadie puede contarlos; se amustia la capital de Egipto, en manos de un pueblo del norte º. º
Ver contexto