Juan  9, 1-41

Sexto signo (9—10)

El ciego de nacimiento

Iba Jesús de camino cuando vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: — Maestro *, ¿quién tiene la culpa de que haya nacido ciego este hombre? ¿Sus pecados o los de sus padres º? Jesús respondió: — Ni sus propios pecados ni los de sus padres tienen la culpa; nació así para que el poder de Dios resplandezca en él. º Mientras es de día debemos realizar lo que nos ha encomendado el que me envió; cuando llega la noche, nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo. º Dicho esto, escupió en el suelo, hizo un poco de lodo y lo extendió sobre los ojos del ciego. º Después le dijo: — Ahora vete y lávate en el estanque de Siloé º (palabra que significa “enviado”). El ciego fue, se lavó y, cuando regresó, ya veía. º Sus vecinos y todos cuantos lo habían visto antes pidiendo limosna, comentaban: — ¿No es este el que se sentaba por aquí y pedía limosna? Unos decían: — Sí, es el mismo. Otros, en cambio, opinaban: — No es él, sino uno que se le parece. Pero el propio interesado aseguraba: — Soy yo mismo. Ellos le preguntaron: — ¿Y cómo has conseguido ver? Él les contestó: — Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de lodo con su saliva, me lo extendió sobre los ojos y me dijo: “Vete y lávate en el estanque de Siloé”. Fui, me lavé y comencé a ver. Le preguntaron: — ¿Y dónde está ahora ese hombre? Respondió: — No lo sé.

Los fariseos investigan el caso

Llevaron ante los fariseos al hombre que había sido ciego, pues el día en que Jesús había hecho lodo con su saliva y le había dado la vista era sábado. º Y volvieron a preguntarle cómo había conseguido ver. Él les contestó: — Extendió un poco de lodo sobre mis ojos, me lavé y ahora veo. Algunos de los fariseos dijeron: — No puede tratarse de un hombre de Dios, pues no respeta el sábado. Otros, en cambio, se preguntaban: — ¿Cómo puede un hombre hacer tales prodigios º si es pecador? Esto provocó la división entre ellos. º Entonces volvieron a preguntar al que había sido ciego: — Puesto que te ha hecho ver, ¿qué opinas tú sobre ese hombre? Respondió: — Creo que es un profeta. º Los judíos se resistían a admitir que aquel hombre hubiera estado ciego y hubiese comenzado a ver. Así que llamaron a sus padres y les preguntaron: — ¿Es este su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo se explica que ahora vea? Los padres respondieron: — Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que ahora ve, no lo sabemos; tampoco sabemos quién le ha dado la vista. Pregúntenselo a él; tiene edad suficiente para responder por sí mismo. Los padres contestaron así por miedo a los judíos, pues estos habían tomado la decisión de expulsar de la sinagoga a todos los que reconocieran que Jesús era el Mesías. º Por eso dijeron: “Pregúntenselo a él, que ya tiene edad suficiente”. Los fariseos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: — Nosotros sabemos que ese hombre es pecador. Reconócelo tú también delante de Dios º. A lo que respondió el interpelado: — Yo no sé si es pecador. Lo único que sé es que yo antes estaba ciego y ahora veo. Volvieron a preguntarle: — ¿Qué fue lo que hizo contigo? ¿Cómo te dio la vista? Él les contestó: — Ya se lo he dicho a ustedes y no me han hecho caso; ¿para qué quieren oírlo otra vez? ¿O es que quieren también ustedes hacerse discípulos suyos? Los fariseos reaccionaron con insultos y le replicaron: — Discípulo de ese hombre lo serás tú; nosotros lo somos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; en cuanto a este, ni siquiera sabemos de dónde es. Él contestó: — ¡Eso es lo verdaderamente sorprendente! Resulta que a mí me ha dado la vista, y ustedes ni siquiera saben de dónde es. Todo el mundo sabe que Dios no escucha a los pecadores; en cambio, escucha a todo aquel que lo honra y cumple su voluntad. º Jamás se ha oído decir de alguien que haya dado la vista a un ciego de nacimiento. Si este hombre no viniese de Dios, nada habría podido hacer. Ellos replicaron: — ¿Es que pretendes darnos lecciones a nosotros, tú, que de pies a cabeza naciste envuelto en pecado? Y lo expulsaron de la sinagoga. º

Ceguera espiritual de los judíos

Llegó a oídos de Jesús la noticia de que lo habían expulsado de la sinagoga, y, haciéndose el encontradizo con él, le preguntó: — ¿Crees en el Hijo del hombre º? Respondió el interpelado: º — Dime quién es, Señor, para que crea en él. Jesús le dijo: — Lo estás viendo; es el mismo que habla contigo. º El hombre dijo: — Creo, Señor. Y se postró ante él. Entonces exclamó Jesús: — Yo he venido a este mundo para hacer justicia: para dar vista a los ciegos y para privar de ella a los que se hacen la ilusión de ver. º Al oír esto, algunos fariseos que estaban a su lado le preguntaron: — ¿Quieres decir que también nosotros estamos ciegos? º Jesús respondió: — Si aceptaran ser ciegos, no habría pecado en ustedes; pero como ustedes presumen de ver, su pecado es patente. º
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