Salmos 31, 9-13

(10) Apiádate de mí, Señor, que soy presa de la angustia; se consumen de pena mis ojos, todo mi ser y mis entrañas º. º (11) Se agota mi vida en el dolor, en gemidos mi existencia, se debilita mi fuerza por mi maldad º y mis huesos se consumen. (12) Soy la burla de mis adversarios y, aún más, la de mis vecinos, el horror de los que me conocen; quien me ve por la calle, huye de mí. º (13) He sido olvidado como un muerto, soy como un cacharro roto. (14) Puedo oír a muchos difamando, hay terror por todas partes; contra mí conspiran juntos, traman arrebatarme la vida º. º
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