Genesis 27, 1-8


Jacob suplanta a Esaú en la bendición paterna.
Como hubiese envejecido Isaac y ya no viese por tener debilitados sus ojos, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: «¡Hijo mío!» Él respondió: «Aquí estoy.» «Mira, dijo, me he hecho viejo e ignoro el día de mi muerte. Así pues, toma tus saetas, tu aljaba y tu arco, sal al campo y me cazas alguna pieza. Luego me haces un guiso suculento, como a mí me gusta, y me lo traes para que lo coma, a fin de bendecirte antes de morir.» —Ahora bien, Rebeca estaba escuchando la conversación de Isaac con su hijo Esaú.— Esaú se fue al campo a cazar alguna pieza para el padre, y entonces Rebeca dijo a su hijo Jacob: «Acabo de oír a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú y le decía: Tráeme caza y hazme un guiso suculento para que yo lo coma y te bendiga delante de Yahvé antes de morir. Pues bien, hijo mío, hazme caso en lo que voy a recomendarte.
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