II Reyes  23, 24-27


Conclusión sobre la reforma religiosa.
Josías eliminó también los nigromantes y adivinos, los terafim y los ídolos, y todas las abominaciones que se podían ver en la tierra de Judá y en Jerusalén, cumpliendo así los términos de la Doctrina escritos en el rollo encontrado por el sacerdote Jilquías en el templo de Yahvé. No hubo antes rey alguno que como él se volviera a Yahvé con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, conforme a la Doctrina de Moisés; tampoco ha surgido después ninguno como él.
Sin embargo, Yahvé no se volvió atrás del ardor de su fuerte cólera que echaba chispas contra Judá por todo lo que Manasés había hecho para irritarle. Yahvé había dicho: «Expulsaré también a Judá de mi presencia, como aparté a Israel, y rechazaré a Jerusalén, la ciudad que había elegido, y el templo del que había dicho: Mi Nombre estará en él.»
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