Hebreos 7, 25-28

De ahí que pueda también salvar definitivamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor.
Perfección del sumo sacerdote celestial.
Así es el sumo sacerdote que nos convenía: santo, inocente, incontaminado, apartado de los pecadores, encumbrado sobre los cielos, que no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada día como aquellos sumos sacerdotes, primero por sus propios pecados, luego por los del pueblo; y esto lo realizó de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. La Ley constituye sumos sacerdotes a hombres débiles; pero la palabra del juramento, posterior a la Ley, nombra a uno que es Hijo, perfecto para la eternidad.
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