Isaías 6, 5-7

Y dije:
«¡Ay de mí, que estoy perdido,
pues soy un hombre de labios impuros,
y entre un pueblo de labios impuros habito:
que al rey Yahvé Sebaot han visto mis ojos!»
Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar, y tocó mi boca y dijo:
«He aquí que esto ha tocado tus labios:
se ha retirado tu culpa,
tu pecado está expiado.»
Ver contexto