Joel  1, 4-7

Lo que dejó la oruga
lo devoró la langosta,
lo que dejó la langosta
lo devoró el pulgón,
lo que dejó el pulgón
lo devoró el saltamontes.
¡Despertad, borrachos, y llorad,
gemid todos los bebedores de vino
por el mosto que os quitan de la boca!
Porque un pueblo invade mi tierra,
poderoso e incalculable:
sus dientes son dientes de león,
y tiene mandíbulas de leona.
Va dejando mi viña desolada
y mi higuera destrozada:
la ha pelado del todo, la ha arrancado
y sus ramas quedan desnudas.
Ver contexto