Juan  8, 31-44


Jesús y Abrahán.
Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si os mantenéis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad
y la verdad os hará libres.» Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?» Jesús les respondió:
«En verdad, en verdad os digo:
todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre;
mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad,
seréis realmente libres. Ya sé que sois descendencia de Abrahán;
pero tratáis de matarme,
porque mi palabra no prende en vosotros. Yo hablo
lo que he visto junto a mi Padre;
y vosotros hacéis
lo que habéis oído a vuestro padre.» Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abrahán.» Jesús les dice:
«Si sois hijos de Abrahán,
haced las obras de Abrahán. Pero tratáis de matarme,
a mí que os he dicho la verdad
que oí de Dios.
Eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.»
Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios.» Jesús les respondió:
«Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí,
porque yo he salido y vengo de Dios;
no he venido por mi cuenta,
sino que él me ha enviado. ¿Por qué no reconocéis mi lenguaje?
Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo
y queréis cumplir los deseos de vuestro padre.
Éste era homicida desde el principio,
y no se mantuvo en la verdad,
porque no hay verdad en él;
cuando dice la mentira,
dice lo que le sale de dentro,
porque es mentiroso y padre de la mentira.
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