Levítico 21, 10-23


B. El sumo sacerdote.
«El sumo sacerdote, el mayor entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el óleo de la unción y que recibió la investidura revistiéndose los ornamentos, no llevará desgreñada su cabellera ni rasgará sus vestiduras, ni se acercará a ningún cadáver; ni siquiera por su padre o por su madre se le permite hacerse impuro. No saldrá del santuario para no profanar el santuario de su Dios; pues está consagrado con el óleo de la unción de su Dios. Yo, Yahvé.
«Tomará por esposa una virgen. No se casará con viuda ni con repudiada ni con profanada por prostitución, sino que tomará por esposa una virgen de su parentela. Así no profanará su descendencia entre su pueblo, pues soy yo, Yahvé, el que lo santifico.»

C. Impedimentos para el sacerdocio.
Yahvé dijo a Moisés: «Dile a Aarón: Ninguno de tus descendientes, en cualquiera de sus generaciones, si tiene un defecto corporal, podrá acercarse a ofrecer el alimento de su Dios. Ningún hombre que tenga defecto corporal se acercará: ni ciego, ni cojo, ni deforme, ni monstruoso, ni lisiado, ni manco; ni jorobado, ni raquítico, ni con defecto en un ojo, ni sarnoso o tiñoso, ni eunuco. Ningún descendiente de Aarón que tenga defecto corporal puede acercarse a ofrecer los manjares que se abrasan en honor de Yahvé. Tiene defecto; no se acercará a ofrecer el alimento de su Dios. Podrá comer del alimento de su Dios, las cosas sacratísimas y las sagradas; mas no podrá pasar hasta detrás del velo ni se acercará al altar, porque tiene un defecto y profanaría mi santuario, pues yo soy Yahvé, el que los santifico.»
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