Nahúm  2, 4-7

El escudo de sus bravos es rojo,
valientes vestidos de escarlata;
brillan como fuego sus carros
cuando están en formación;
se impacientan los jinetes.
Furiosos los carros por las calles,
se precipitan en medio de las plazas,
su aspecto es de antorchas,
se lanzan como el relámpago.
Se da la voz a los bravos;
en su marcha se entrechocan;
se apresuran hacia la muralla,
se asegura el parapeto.
Las puertas que dan al Río se abren
y en el palacio cunde el pánico.
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