Proverbios 8, 27-31

Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la superficie del océano;
cuando sujetaba las nubes en lo alto,
cuando afianzaba las fuentes del abismo,
cuando marcaba su límite al mar
para que las aguas no desbordaran sus orillas;
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a Él, como aprendiz,
yo era su alegría cotidiana,
jugando todo el tiempo en su presencia,
jugando con la esfera de la tierra;
y compartiendo mi alegría con los humanos.»
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