Sabiduría 10, 6-7

Durante el exterminio de los impíos, ella salvó al justo
cuando huía del fuego que caía sobre la Pentápolis.
De su maldad todavía quedan como testigos
una tierra desolada y humeante
y unas plantas con frutos malogrados;
y, como monumento al alma incrédula, se levanta una estatua de sal.
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