Sabiduría 17, 10-14

se morían de miedo
y se negaban a mirar hasta el aire inevitable.
Pues la maldad es cobarde y se condena a sí misma:
acosada por la conciencia, imagina siempre lo peor.
Y el miedo no es otra cosa
que el abandono de los recursos de la razón:
cuanto menor es la propia confianza,
mayor parece la causa desconocida del tormento.
Durante aquella noche verdaderamente imposible,
surgida de las profundidades del impotente abismo,
adormecidos en el mismo sueño,
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