Eclesiástico 35, 11-16


La justicia divina.
No trates de sobornar al Señor, porque no lo aceptará;
no te apoyes en sacrificio injusto.
Porque el Señor es juez,
y para él el prestigio de las personas no cuenta.
No hace acepción de personas en perjuicio del pobre,
y escucha la oración del oprimido.
No desdeña la súplica del huérfano,
ni el lamento de la viuda.
¿No corren por su mejilla las lágrimas de la viuda
y su clamor contra el que las provocó?
Quien sirve de buena gana, es bien aceptado,
y su plegaria sube hasta las nubes.
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