I Crónicas 14, 8-16

Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido rey de todo Israel, subieron todos en su busca. David, al enterarse, les salió al paso. Llegaron los filisteos y se desplegaron por el Valle de Refaín. Entonces consultó David a Dios: «¿Debo atacar a los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?» Yahvé le respondió: «Atácales, pues yo los entregaré en tu mano.» Así que subieron a Baal Perasín, donde David los derrotó. Dijo entonces David: «Dios ha abierto brecha entre mis enemigos por mi mano, como una brecha causada por las aguas.» Por eso llamaron a aquel lugar Baal Perasín. Abandonaron allí a sus ídolos, que David mandó arrojar al fuego. Volvieron otra vez los filisteos y se desplegaron por el valle. David consultó de nuevo a Dios, que le contestó: «No te lances contra ellos. Da un rodeo y atácalos desde las balsameras. Y cuando oigas un ruido de pasos en la cima de las balsameras, preséntales batalla, porque Dios sale delante de ti para derrotar al ejército de los filisteos.» Hizo David como le había mandado Dios, y derrotaron al campamento de los filisteos desde Gabaón hasta Guézer.
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