I Samuel 4, 1-7

La palabra de Samuel llegaba a todo Israel. Israel salió a combatir a los filisteos y acamparon cerca de Eben Haézer, mientras que los filisteos habían acampado en Afec*. Los filisteos se pusieron en orden de batalla contra Israel. Y se libró un violento combate, en el que Israel fue batido por los filisteos, que mataron, en campo abierto, cerca de cuatro mil hombres. Volvió el pueblo* al campamento, y los ancianos de Israel se dijeron: «¿Por qué nos ha derrotado hoy Yahvé ante los filisteos? Vamos a buscar en Siló el arca de la alianza de Yahvé; que venga con nosotros y que nos salve del poder de nuestros enemigos*.» Mandaron gente a Siló y sacaron de allí el arca de Yahvé Sebaot que está sobre los querubines*. Allí estaban, con el arca de la alianza de Dios, los dos hijos de Elí, Jofní y Pinjás. Cuando el arca de la alianza de Yahvé llegó al campamento, todos los israelitas lanzaron un gran clamor* que hizo retumbar las tierras. Los filisteos oyeron el estruendo del clamoreo y dijeron: «¿Qué significa este gran clamor en el campamento de los hebreos?» Y se enteraron de que el arca de Yahvé había llegado al campamento. A los filisteos les entró entonces miedo, pues se decían: «Dios ha venido al campamento.» Y exclamaron: «¡Ay de nosotros! Nunca había sucedido tal cosa.
Ver contexto