I Tesalonicenses 2, 4-5

sino que, así como hemos sido juzgados aptos por Dios para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos, no buscando agradar a los hombres, sino a Dios, que examina nuestras intenciones. Bien sabéis que nunca nos presentamos con palabras aduladoras, ni con pretextos de codicia; Dios es testigo.
Ver contexto