II Corintios 6, 4-10

antes bien, nos manifestamos en todo como ministros de Dios, soportando con frecuencia tribulaciones, necesidades y angustias; azotes, cárceles y algaradas; fatigas, desvelos y ayunos. Y lo hacemos con nobleza, ciencia, paciencia y bondad, con la ayuda del Espíritu Santo y apoyándonos en una caridad sincera; ofreciendo un mensaje veraz y contando con el poder de Dios; usando las armas de la justicia a diestra y siniestra. Nuestra vida discurre entre el honor y el agravio, entre la calumnia y la buena fama. Nos tienen por impostores, aunque somos veraces; por desconocidos, aunque nos conocen bien; por moribundos, aunque estamos vivos; por castigados, aunque no condenados a muerte; por gente triste, aunque estamos siempre alegres; por pobres, aunque enriquecemos a muchos. En fin, creen que no tenemos nada, aunque todo lo poseemos.
Ver contexto