II Tesalonicenses  2, 3-8

Que nadie os engañe de ninguna manera*. Primero tiene que venir la apostasía* y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, el Adversario* que se alza contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamarse a sí mismo Dios. ¿No os acordáis que ya os dije esto cuando estuve entre vosotros? Vosotros sabéis qué es lo que ahora le retiene*, para que se manifieste en su momento oportuno. Porque el misterio de la impiedad ya está actuando*. Tan sólo con que sea quitado de en medio el que ahora le retiene, entonces se manifestará* el Impío, a quien el Señor* destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la manifestación de su Venida.
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