Apocalipsis  13, 1-8

(17:18) Yo estaba de pie*, sobre la arena del mar. (13:1) Vi surgir entonces del mar una Bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas. Llevaba en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas, títulos blasfemos. Esta Bestia se parecía a un leopardo, pero tenía patas como de oso, y fauces como de león. El Dragón le entregó su poder y su trono, y le concedió gran poderío*. Una de sus cabezas parecía herida de muerte, pero aquella llaga mortal se le curó*. Entonces la tierra entera siguió maravillada a la Bestia. Se postraron ante el Dragón, porque había dado el poderío a la Bestia, y se postraron ante la Bestia diciendo: «¿Hay alguien como la Bestia*? ¿Quién puede luchar contra ella?» Le dieron una boca que profería grandezas y blasfemias, y le concedieron además poder de actuar durante cuarenta y dos meses. Ella abrió entonces su boca para blasfemar contra Dios: contra su nombre, el de su morada y el de los que moran en el cielo. Se le permitió hacer la guerra a los santos y vencerlos; y se le concedió poderío sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. La adorarán todos los habitantes de la tierra cuyo nombre no está inscrito, desde la creación del mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado.
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