Ezequiel  24, 17-23

Suspira en silencio, no hagas duelo de difuntos; ciñe el turbante a tu cabeza, cálzate tus sandalias, no te cubras la barba, ni comas pan ordinario*.» Por la mañana hablé a la gente, y por la tarde murió mi mujer. Al día siguiente por la mañana hice como se me había ordenado. La gente me preguntó: «¿No vas a explicarnos qué significado tiene para nosotros lo que estás haciendo?» Yo les respondí: «Yahvé me ha dirigido su palabra en estos términos: Di a la casa de Israel: Esto dice el Señor Yahvé: He decidido profanar mi santuario, orgullo de vuestra fuerza, encanto de vuestros ojos, por el que suspiráis apasionados. Vuestros hijos e hijas, que habéis abandonado, caerán a espada. Y vosotros haréis lo mismo que yo*: no os cubriréis la barba, no comeréis pan ordinario, seguiréis llevando vuestros adornos en la cabeza y vuestras sandalias en los pies; no os lamentaréis ni lloraréis. Os consumiréis por las culpas cometidas y gemiréis los unos por los otros.
Ver contexto