Ezequiel  45, 1-8

«Cuando os repartáis por sorteo esta tierra como heredad, reservaréis como ofrenda para Yahvé un terreno sagrado de la tierra, de una longitud de veinticinco mil codos por una anchura de veinte mil. Será sagrado en toda su extensión. De aquí se tomará para el santuario un cuadrado de quinientos codos por quinientos*, alrededor del cual habrá un margen de cincuenta codos. También de su área medirás una longitud de veinticinco mil codos por una anchura de diez mil: aquí estará el santuario, el Santo de los Santos. Será el recinto sagrado de la tierra, destinado a los sacerdotes, que ejercen el ministerio del santuario y que se acercan a Yahvé para servirle. Para ellos será este lugar, para que construyan sus casas y sirva de lugar sagrado para el santuario. Un terreno de veinticinco mil codos de largo por diez mil de ancho será reservado a los levitas, servidores del templo, en propiedad, con ciudades para vivir*. Y como propiedad de la ciudad fijaréis un terreno de cinco mil codos de ancho por veinticinco mil de largo, junto a la parte reservada del santuario: esto será para toda la casa de Israel. «Al príncipe le tocará un territorio a ambos lados del terreno reservado para el santuario y de la zona urbana; ocupará el espacio que va a lo largo del límite del terreno reservado para el santuario y del de la zona urbana; llegará hasta el mar por el lado occidental y hasta la frontera por el oriental. Habrá una longitud igual a cada una de las partes, desde la frontera occidental hasta la frontera oriental de la tierra. Esto será su propiedad en Israel. Así mis príncipes no oprimirán más a mi pueblo: dejarán la tierra a la casa de Israel, a sus tribus.
Ver contexto