Hechos 17, 19-23

Un día lo tomaron consigo y lo llevaron al Areópago*. Una vez allí, le preguntaron: «¿Podemos saber cuál es esa nueva doctrina que tú expones? Es que te oímos decir cosas extrañas y querríamos saber qué significan.» Todos los atenienses y los forasteros que residían allí sólo sabían pasar el tiempo contando u oyendo la última novedad. Pablo, de pie en medio del Areópago, comenzó así: «Atenienses, veo que vosotros sois, por todos los conceptos, los más respetuosos de la divinidad. Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba grabada esta inscripción: ‘Al Dios desconocido*.’ Pues bien, vengo a anunciaros lo que adoráis sin conocer.
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