Hebreos 11, 13-16

En la fe murieron todos ellos, sin haber conseguido el objeto de las promesas. Las vieron y las saludaron desde lejos, confesando que eran peregrinos y forasteros sobre la tierra. Los que así hablan, claramente dan a entender que van en busca de una patria, pues, si pensaban en la que habían abandonado, podían volver a ella. Por el contrario, aspiraban a una mejor, a la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de ser llamado su Dios, pues les tenía preparada una ciudad.
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