Jeremías  49, 7-22

A propósito de Edom. Esto dice Yahvé Sebaot: ¿No queda ya sabiduría en Temán? ¿Se acabó el consejo de los expertos*; se evaporó su sabiduría? Huid, dad media vuelta, excavad refugios donde vivir, moradores de Dedán, pues he traído sobre él* el infortunio de Esaú, la hora de pedirle cuentas. Si vienen contra ti vendimiadores, no dejarán rebuscos; si ladrones por la noche, te saquearán a placer. Pues bien, yo he desnudado a Esaú, he descubierto sus secretos, estar oculto no puede. Ha sido aniquilado su linaje, sus hermanos y vecinos: ya no queda nadie. Abandona a tus huérfanos, que yo haré que vivan, y tus viudas en mí confiarán. Pues esto dice Yahvé: Conque los que no tienen por qué beber la copa la beben, ¿y tú precisamente vas a quedar impune? No quedarás impune, antes sin falta la beberás. Porque por mí lo he jurado —oráculo de Yahvé— que Bosrá* acabará desolada, y todas sus ciudades se convertirán en ruinas eternas. Una nueva he oído de parte de Yahvé, un mensajero es enviado a las naciones: «Juntaos y venid contra ella, poneos en pie de guerra.» Voy a hacerte insignificante entre todas las naciones, despreciable entre los hombres. El espanto que infundías te engañó, la soberbia que abriga tu corazón: habitas en los huecos de la roca*, agarrada a lo más alto de la cumbre. Aunque anides en alto, como el águila, de allí te haré bajar —oráculo de Yahvé—. Edom parará en desolación: todo el que pase a su vera se asombrará y silbará al ver todas sus heridas. Será como la catástrofe de Sodoma y Gomorra y sus habitantes —dice Yahvé—, donde no vive nadie, ni reside en ellas ser humano. Como un león que abandona la espesura del Jordán hacia un pastizal siempre verde, en un instante los sacaré de allí, para que la gobierne quien yo elija. Porque ¿quién es como yo, o quién puede citarme a juicio? ¿Y quién es el pastor que aguante en mi presencia? Así pues, oíd la decisión que Yahvé ha tomado sobre Edom, los planes que ha elaborado sobre los moradores de Temán. Juro que les han de arrebatar las crías de sus rebaños, que asolarán además sus pastizales. Al son de su caída retumbó la tierra, el griterío llegó al Mar de las Cañas*. Asciende y se cierne como un águila, extiende sus alas sobre Bosrá; el corazón de los soldados de Edom vendrá a ser aquel día como corazón de mujer en parto.
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