Joel  2, 3-9

Delante de él devora el fuego, detrás de él abrasa la llama. Ante él la tierra es un paraíso, tras él, un desierto desolado. ¡No deja escapatoria! Su aspecto es de corceles, de jinetes que galopan*. Su estrépito es de carros que saltan por las cimas de los montes, como el crepitar de la llama de fuego que consume la hojarasca, ¡como un ejército poderoso en orden de batalla! A su vista tiemblan los pueblos, todos los rostros mudan de color. Corren como valientes, como guerreros escalan las murallas; cada uno avanza en su puesto sin descomponer las filas. Nadie tropieza con su vecino, cada cual sigue su ruta; entre las saetas arremeten sin romper la formación. Asaltan la ciudad, escalan la muralla, suben hasta las casas, a través de las ventanas entran como ladrones.
Ver contexto