Josué 10, 10-15

Yahvé los desbarató ante Israel, que les causó una gran derrota en Gabaón: los persiguió por el camino de la subida de Bet Jorón y los fue destrozando hasta Azecá (y hasta Maquedá). Y, mientras huían ante Israel por la bajada de Bet Jorón*, Yahvé lanzó del cielo sobre ellos hasta Azecá un gran pedrisco, que acabó con ellos. Y fueron más los que murieron por el pedrisco que los que mataron los israelitas a filo de espada. Entonces, el día en que Yahvé entregó a los amorreos en manos de los israelitas, habló Josué a Yahvé, en presencia de Israel. Dijo: «Deténte, sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ayalón.» Y el sol se detuvo y la luna se paró hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos. Como bien se sabe, esto está escrito en el libro del Justo*. El sol se paró en medio del cielo y no tuvo prisa en ponerse como un día entero. No hubo día semejante ni antes ni después, en que obedeciera Yahvé a la voz de un hombre. Es que Yahvé combatía por Israel. Josué volvió con todo Israel al campamento de Guilgal.
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