Mateo 12, 22-30

Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo. Jesús lo curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. Todos los presentes, atónitos, se preguntaban: «¿No será éste el Hijo de David?» Mas los fariseos, al oírlo, comentaban: «Éste no expulsa los demonios más que por Beelzebul*, Príncipe de los demonios.» Él, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no podrá subsistir. Si Satanás expulsa a Satanás, quedará dividido contra sí mismo; ¿cómo podrá entonces subsistir su reino? Y si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos*? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, señal de que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. «¿Cómo puede uno entrar en la casa de alguien fuerte y saquear su ajuar, si antes no lo maniata? Sólo entonces podrá saquear su casa. «El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
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