Romanos  2, 25-29

Ciertamente la circuncisión es útil, si cumples la ley; pero, si eres un transgresor de la ley, tu circuncisión se vuelve incircuncisión. En cambio, si el incircunciso guarda las prescripciones de la ley, ¿no se tendrá su incircuncisión como circuncisión? De este modo, si un hombre que no está físicamente circuncidado cumple la ley, te juzgará a ti, que, a pesar de contar con la letra de la ley y estar circuncidado, eres transgresor de la ley. Pues ser judío no depende de la apariencia exterior; ni es circuncisión la externa, la de la carne. El verdadero judío lo es en el interior, y la verdadera circuncisión es la del corazón, la que depende del espíritu, no de la letra. Una persona así recibe los parabienes de Dios, no de los hombres.
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