Eclesiástico 35, 11-16

No trates de sobornar al Señor, porque no lo aceptará; no te apoyes en sacrificio injusto, porque el Señor es juez, y no tiene en cuenta el prestigio de las personas. No hace acepción de personas en perjuicio del pobre, pero escucha la oración del oprimido. No desdeña la súplica del huérfano, ni el lamento de la viuda. Las lágrimas que corren por las mejillas de la viuda son su clamor contra quien las provocó. Quien sirve de buena gana*, es bien aceptado, y su plegaria sube hasta las nubes.
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