Eclesiástico 37, 1-6

Todo amigo dice: «También yo soy tu amigo», pero hay amigo que lo es sólo de nombre. ¿No es un disgusto mortal que un compañero o amigo se convierta en enemigo? ¡Oh intención perversa! ¿De dónde saliste* para cubrir la tierra de engaño? En momentos de alegría, el compañero disfruta del amigo, pero en la desgracia se vuelve contra él*. El compañero compadece al amigo por interés*, y cuando llega el combate, coge el escudo sólo para defenderse. No te olvides de tu amigo, ni dejes de recordarlo cuando seas rico.
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