Genesis 4, 1-13


Caín y Abel

Adán se unió a Eva, su mujer; ella concibió, dio a luz a Caín y dijo:
– He obtenido un varón con la ayuda del Señor. Después dio a luz al hermano de Caín, Abel. Abel era pastor de ovejas, Caín era labrador. Pasado un tiempo, Caín presentó ofrenda al Señor, algunos frutos del campo. También Abel presentó como ofrendas las primeras y mejores crías del rebaño. El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda y se fijó menos en Caín y su ofrenda. Caín se irritó sobremanera y andaba cabizbajo. El Señor dijo a Caín:
–¿Por qué estás resentido y con la cabeza baja? Si obras bien, andarás con la cabeza levantada. Pero si obras mal, el pecado acecha a la puerta de tu casa para someterte, sin embargo tú puedes dominarlo. Caín dijo a su hermano Abel:
– Vamos al campo.
Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín sobre su hermano Abel y lo mató. El Señor dijo a Caín:
–¿Dónde está Abel, tu hermano?
Contestó:
– No sé, ¿soy yo, acaso, el guardián de mi hermano? Pero el Señor replicó:
–¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Por eso te maldice esa tierra que se ha abierto para recibir la sangre de tu hermano que tu mano derramó. Cuando cultives el campo, no te entregará su fertilidad. Andarás errante y vagando por el mundo. Caín respondió al Señor:
– Mi culpa es demasiado grave para soportarla.
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