II Reyes  21, 1-18


Manasés de Judá (698-643)
2 Cr 33,1-20

Cuando Manasés subió al trono tenía doce años, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Jepsibá. Hizo lo que el Señor reprueba, imitando las costumbres abominables de las naciones que el Señor había expulsado ante los israelitas. Reconstruyó los santuarios paganos que su padre, Ezequías, había hecho destruir, levantó altares a Baal y erigió un poste sagrado, igual que hizo Acaz de Israel; adoró y dio culto a todo el ejército del cielo; puso altares en el templo del Señor, del que había dicho el Señor: Pondré mi nombre en Jerusalén; edificó altares a todo el ejército del cielo en los dos atrios del templo, sacrificó a su hijo en la hoguera; practicó la adivinación y la magia; instituyó nigromantes y adivinos. Hacía continuamente lo que el Señor reprueba, irritándolo. La imagen de Astarté que había fabricado la colocó en el templo del que el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: En este templo y en Jerusalén, a la que elegí entre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre; ya no dejaré que Israel ande errante, lejos de la tierra que di a sus padres, a condición de que pongan por obra cuanto les mandé, siguiendo la ley que les promulgó mi siervo Moisés. Pero ellos no hicieron caso. Y Manasés los extravió, para que se portasen peor que las naciones a las que el Señor había exterminado ante los israelitas. El Señor dijo entonces por medio de sus servidores los profetas: – Puesto que Manasés de Judá ha hecho esas cosas abominables, se ha portado peor que los amorreos que le precedieron y ha hecho pecar a Judá con sus ídolos; así dice el Señor, Dios de Israel: Yo voy a traer sobre Jerusalén y Judá tal catástrofe, que al que lo oiga le retumbarán los oídos. Extenderé sobre Jerusalén el cordel como hice en Samaría, el mismo nivel con que medí a la dinastía de Ajab, y fregaré a Jerusalén como a un plato, que se friega por delante y por detrás. Desecharé al resto de mi herencia, lo entregaré en poder de sus enemigos, será presa y botín de sus enemigos, porque han hecho lo que yo repruebo, me han irritado desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta hoy. Además, Manasés derramó ríos de sangre inocente, de forma que inundó Jerusalén de punta a punta, aparte del pecado que hizo cometer a Judá haciendo lo que el Señor reprueba. Para más datos sobre Manasés y los crímenes que cometió, véanse los Anales del Reino de Judá. Manasés murió, y lo enterraron en el jardín de su palacio, el jardín de Uzá. Su hijo Amón le sucedió en el trono.
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