II Macabeos 1, 18-33

Como vamos a celebrar la purificación del templo el veinticinco de diciembre, nos pareció conveniente informarles para que también ustedes celebren la fiesta de las Chozas y la del Fuego, el fuego que apareció cuando Nehemías, después de haber reconstruido el templo y el altar ofreció sacrificios. Porque cuando nuestros antepasados fueron deportados a Persia, los piadosos sacerdotes de entonces quitaron el fuego del altar y lo ocultaron clandestinamente en el fondo de un pozo seco; lo escondieron tan bien que nadie supo el sitio. Pasados muchos años, cuando Dios quiso, Nehemías, enviado por el rey de Persia, mandó a los descendientes de aquellos sacerdotes que habían ocultado el fuego que fueran a buscarlo. Y, según nos cuentan, no encontraron fuego, sino un líquido espeso. Nehemías les ordenó sacarlo y llevárselo; y cuando ya estaban las víctimas sobre el altar, Nehemías mandó a los sacerdotes rociar con aquel líquido la leña y lo que había encima. Lo hicieron. Pasó algún tiempo, y el sol, antes nublado, brilló, y se encendió una llamarada que dejó a todos admirados. Mientras el sacrificio se consumía, todos los sacerdotes y todos los presentes oraban; Jonatán entonaba, y los demás coreaban como Nehemías. Éste era el texto de la oración: Señor, Señor Dios, creador de todo, terrible y fuerte, justo y compasivo, único rey y bienhechor, único protector, único justo, todopoderoso y eterno, que salvas a Israel de todo mal, que elegiste y consagraste a nuestros padres, recibe este sacrificio por todo tu pueblo, Israel. Guarda tu porción y santifícala. Congrega a los nuestros dispersos, da libertad a los que viven como esclavos entre los paganos, fíjate en los despreciados y aborrecidos, para que los paganos reconozcan que tú eres nuestro Dios; castiga a los tiranos que llenos de soberbia nos insultan; planta a tu pueblo en tu lugar santo, como dijo Moisés. Los sacerdotes, por su parte, cantaban los himnos. Y cuando se consumieron las víctimas, Nehemías mandó derramar el líquido sobrante encima de unas piedras grandes. Lo hicieron, y se encendió una llama, pero se consumió en cuanto brilló la luz refulgente del altar. Cuando se hizo público el suceso, y cuando contaron al rey de Persia que en el sitio donde habían escondido el fuego los sacerdotes deportados había aparecido un líquido con el que los acompañantes de Nehemías habían purificado las víctimas del sacrificio,

34 el rey, después de comprobar el hecho, mandó poner una cerca y declarar aquel sitio recinto sagrado.

35 Cuando el rey les hacía ese favor había un intercambio de regalos entre el rey y sus favorecidos.

36 Los acompañantes de Nehemías llamaron a aquel líquido neftar, que significa purificación, pero comúnmente se llama nafta.
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