II Samuel  13, 1-22


ABSALÓN
Tamar, violada por su hermano

Pasó cierto tiempo. Absalón, hijo de David, tenía una hermana muy guapa, llamada Tamar, y Amnón, hijo de David, se enamoró de ella tan apasionadamente, que se puso enfermo por ella, porque su hermana Tamar era soltera, y a Amnón le parecía imposible intentar nada con ella. Amnón tenía un amigo llamado Jonadab, hijo de Samá, hermano de David. Jonadab era muy hábil, y le dijo:
–¿Qué te pasa, príncipe, que cada día tienes peor cara? ¿Por qué no me lo cuentas?
Amnón respondió:
– Es por Tamar, la hermana de mi hermano Absalón; estoy enamorado de ella. Entonces Jonadab le propuso:
– Acuéstate como si estuvieras enfermo, y cuando tu padre venga a verte, le pides que vaya tu hermana Tamar a darte de comer: que te prepare algo allí delante, para que tú lo veas, y te lo sirva ella misma. Amnón se acostó y se fingió enfermo. El rey fue a verlo y Amnón le dijo:
– Por favor, que venga mi hermana Tamar y me fría aquí delante dos buñuelos y que me los sirva ella misma. David envió un recado a casa de Tamar:
– Vete a casa de tu hermano Amnón y prepárale algo de comer. Tamar fue a casa de su hermano Amnón, que estaba acostado, tomó harina, la amasó, la preparó y frió los buñuelos delante de Amnón. Luego los sacó de la sartén delante de él, pero Amnón no quiso comer, y ordenó:
–¡Salgan todos!
Cuando salieron todos, Amnón dijo a Tamar:
– Trae la comida a la alcoba y dame tú misma de comer.
Tamar tomó los buñuelos y se los llevó a su hermano a la alcoba; pero al acercarse a él para darle de comer, Amnón la sujetó y le dijo:
– Ven, hermana mía, acuéstate conmigo. Ella replicó:
– No, hermano mío; no me fuerces, que eso no se hace en Israel, no cometas tal infamia. ¿Dónde iré yo con mi deshonra? Tú quedarás como un infame en Israel. Por favor, díselo al rey, que no se opondrá a que yo sea tuya. Pero Amnón no quiso hacerle caso, la forzó violentamente y se acostó con ella. Después sintió un terrible aborrecimiento hacia ella, un aborrecimiento mayor que el amor que le había tenido, y le dijo:
–¡Levántate, vete! Pero ella le suplicó:
–¡No, hermano; despacharme ahora sería una maldad más grave que la que acabas de hacer conmigo!
Pero él no le hizo caso; llamó a un sirviente y ordenó:
–¡Échenme a ésta a la calle! ¡Y ciérrenle la puerta! Ella llevaba una túnica con mangas, porque así vestían tradicionalmente las hijas solteras del rey. El sirviente la sacó a la calle y le cerró la puerta. Tamar se echó polvo a la cabeza, se rasgó la túnica y se fue gritando por el camino, con las manos en la cabeza. Su hermano Absalón le preguntó:
–¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Bueno, hermana, tú calla; es tu hermano, no te atormentes por eso.
Tamar se quedó, desolada, en casa de su hermano Absalón. El rey David oyó lo que había pasado y se indignó, – pero no quiso dar un disgusto a su hijo Amnón, a quien amaba por ser su primogénito– . Absalón no dirigió una palabra ni buena ni mala a Amnón, pero le guardó rencor por haber violado a su hermana Tamar.
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