Marcos 4, 35-41


Calma una tempestad
Mt 8,23-27; Lc 8,22-25

Aquel día al atardecer les dijo:
– Pasemos a la otra orilla. Ellos despidieron a la gente y lo recogieron en la barca tal como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un viento huracanado, las olas rompían contra la barca que se estaba llenando de agua. Él dormía en la popa sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron:
– Maestro, ¿no te importa que naufraguemos? Él se levantó, increpó al viento y ordenó al lago:
–¡Calla, enmudece!
El viento cesó y sobrevino una gran calma. Y les dijo:
–¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tienen fe? Llenos de temor se decían unos a otros:
–¿Quién es éste, que hasta el viento y el lago le obedecen?
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