Proverbios 4, 10-27


Los dos caminos

Escucha, hijo mío, recibe mis palabras,
y se alargarán los años de tu vida: Te instruyo sobre el camino de la sabiduría,
te encamino por la senda recta. Al caminar no serán torpes tus pasos;
al correr no tropezarás. Agárrate a la instrucción, no la sueltes;
consérvala, porque ella es tu vida. No entres por el sendero de los malvados,
no pises el camino de los perversos; evítalo, no lo atravieses;
apártate de él y sigue. No duermen si no cometen crímenes,
pierden el sueño si no hacen caer a alguien, comen la maldad como pan
y beben violencias como vino. La senda de los honrados brilla como la aurora,
se va esclareciendo hasta pleno día; el camino de los malvados es tenebroso,
no saben dónde tropezarán.

El buen camino

Hijo mío, atiende a mis palabras,
escucha mis consejos: que no se aparten de tus ojos,
guárdalos dentro del corazón; porque son vida para el que los sigue,
son salud para su cuerpo. Por encima de todo guarda tu corazón,
porque de él brota la vida. Aparta de ti la lengua tramposa
y aleja de ti los labios falsos; que tus ojos miren de frente
y tus pupilas se dirijan hacia adelante. Fíjate bien dónde pones tus pies,
que todos tus caminos sean seguros, no te desvíes a derecha ni a izquierda,
aparta tus pasos del mal.
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