I Corintios 10, 1-18

No quiero, hermanos, que ignoréis esto: nuestros padres estuvieron todos bajo la nube; todos atravesaron el mar; y todos, en la nube y en el mar, fueron bautizados en Moisés. Todos también comieron el mismo alimento sobrenatural; todos bebieron la misma bebida sobrenatural, es decir, bebían de la roca sobrenatural que los seguía, y la roca era el Cristo. Sin embargo, Dios no se complació en la mayoría de ellos, pues quedaron tendidos en el desierto. Estos acontecimientos fueron prefiguraciones para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo codiciaron ellos. Y no seáis idólatras como lo fueron algunos de ellos, según está escrito: El pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantaron a danzar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron y cayeron veintitrés mil en un solo día. Ni tentemos al Señor, como lo tentaron algunos de ellos, pereciendo por causa de las serpientes. Ni murmuréis, como murmuraron algunos de ellos, muriendo a manos del exterminador. Estas cosas les sucedieron como hechos figurativos, y fueron consignadas por escrito para que sirvieran de advertencia a nosotros, que hemos llegado a la etapa final de los tiempos. Por lo tanto, el que crea estar seguro, mire no caiga. Ninguna tentación os ha sobrevenido que fuera sobrehumana. Dios es fiel y no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; por el contrario, junto con la tentación, os proporcionará también el feliz resultado de poderla resistir. Por eso, mis amados hermanos, huid de la idolatría. Os hablo como a personas sensatas; juzgad vosotros de lo que digo. La copa de bendición que bendecimos, ¿no es tener parte en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es tener parte en el cuerpo de Cristo? Porque es un solo pan, somos, aunque muchos, un solo cuerpo; ya que todos participamos de un solo pan. Mirad al Israel según la carne: los que comen de los sacrificios ¿no están en comunión con el altar?
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